Se fue
entre el rocío del amanecer.
Se fue
cantando al marinero ausente
y a la madre,
entre pañuelos de seda.
Se fue
cantando entre sábanas de armiño,
como una señora
en la bahía de su amor;
como una ola
henchida en el océano,
secuestrada por las amarras
a pesar de todo.
Me hubiera gustado tanto
que el roce del agua
fundiera su rostro
en la historia del canto…
Se fue
con los ojos cerrados
y sabores humanos.
Se fue
y allá, seguirá cantando
al amor, a la vida, al azul…,
brillando como una estrella
en el hueco de sus manos.
"en la bahía de su amor", "en el hueco de sus manos" Tienes una rara habilidad, Vicente, para asociar de manera peculiar lugares y sentimientos. No me extraña que seas un espeleólogo de la felicidad.
ResponderEliminarEstaremos atentos a tu mapa.