Lo adjuntamos seguidamente y le damos desde aquí nuestra más cordial enhorabuena.
Madrugada. 6: 35. Noche.
En el entorno cúbico de mis cuatro paredes
la luz del flexo vuelca su vacío
sobre la mesa plana,
como si fuera un ojo abierto
o campana de boca derribada.
Son horas en que todo lo que vemos
se desdibuja y duerme, o no se siente
más que con la mirada del que mira
impreciso, a lo lejos, su soledad hipnótica.
Son horas decadentes de un paisaje
limitado por formas de oscuridad violácea,
que expresan la espesura temporal
de la sustancia sin sentido
de tantas noches sometidas
al ardor de este foco solitario
de monocorde luz inmaculada.
Son horas de quietud que reconstruyen
el mundo del pasado abriéndolo al presente
tejedor de recuerdos que confirman
que todo hoy es presencia de un sentir continuo.
Y así va transcurriendo el tiempo
hasta que llega la hora de otra luz
recién nacida,
que entra por la ventana liberándome
de las sombras que me sepultan;
luz donde me refugio
de las espumas que no alientan.
y de la voz de los fantasmas
que me destruyen.
