jueves, 27 de febrero de 2020

PASCUAL CASAÑ: CRÓNICA DE POETAS XXX


JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ, LA HONESTIDAD EN POESÍA

     El pasado 18 de febrero, se celebró la XXX Edición de “Poetas en el Ateneo” con la participación de José María Álvarez, poeta con una larga trayectoria literaria, que fue incluido en la mítica antología Nueve novísimos poetas españoles, de Castellet, en 1970.

   La tarde tuvo dos partes. En primer lugar, el poeta Rafael Soler y la antóloga Noelia Illán presentaron la recién obra de Álvarez, LA MIRADA DE LA ESFINGE, de la que afirmaron que se trata de una obra necesaria porque Álvarez no está incluido en ninguna antología amorosa y, sin embargo, este tema ocupa cerca de un 35% del total de su producción poética. Álvarez leyó algunos de los poemas incluidos en esta nueva publicación, llevada a cabo por la editorial valenciana Olé Libros, a la que hay que felicitar por esa enorme labor literaria que está realizando y que le está permitiendo asentarse como una editorial referente en el panorama poético español.

En segundo lugar, se procedió a iniciar la sesión dedicada propiamente a “Poetas en el Ateneo”, bajo la presentación de Vicente Bosch y la dirección de Vicente Barberá, a quienes también hay que felicitar, porque han conseguido que esta iniciativa esté ya en su treintava edición, lo cual es todo un logro. Tomó la palabra de nuevo Noelia Illán para ahondar en la trayectoria poética de José María Álvarez, del que dijo que era un poeta honesto en su poesía, en el conjunto de su obra y en su vida, y fue desgranando algunos aspectos de la trayectoria de poeta:

Nacido en Cartagena, en 1942, es Licenciado en Historia y Geografía (Univ. de Murcia), Doctor Honoris Causa por Dowling (Nueva York) y Profesor Visitante (Univ. Francisco Marroquín - Guatemala). Ha recibido numerosos premios, entre los cuales cabe reseñar el Premio Internacional Loewe, el Premio Barcarola, el Premio Poesía Amorosa (Palma de Mallorca), el Premio La Sonrisa Vertical, y ha sido finalista del Premio Planeta. Es Miembro de la Academia Mallarmé (París), y de la Academia Mundial de la Poesía (Verona). Ha traducido a Kavafis, Shakespeare, Robert Louis Stevenson, François Villon, Tennyson, Gaspara Stampa, etc, Toda su obra hasta 2016 está recogida en MUSEO DE CERA (editorial Renacimiento). Ha ofrecido lecturas de sus poemas y conferencias en EE.UU., Francia, Alemania, Italia, Rusia, Japón, Guatemala, Túnez, Egipto, Hungría, Inglaterra, Irlanda... y está traducido a más de veinte idiomas.

Tras este breve recorrido por el currículo del poeta, Barberá profundizó en el  conocimiento personal del mismo a través de la proyección de algunas de sus fotografías. Fotos con Mario Vargas Llosa, Francisco Rabal, Alberti, Fernando Savater, Luis Antonio de Villena, Francisco Brines, Carmen Infante, Vicente Gallego...que el poeta fue comentando introduciendo alguna que otra anécdota y algún que otro recuerdo, especialmente de los valencianos.
    Después, Barberá inició la serie de preguntas para acercar, si cabe más, el poeta al numeroso público asistente:
- Entre poesía y prosa, he contabilizado, al menos, treinta y siete obras y, sobre todo, tu Museo de Cera. ¿Como surgió la idea de publicar este compendio de tu obra?

- Deseaba construir un libro que tuviera una estructura laberíntica y, además, introducir una cita en cada poema. Y por ello, me lancé a elaborar este libro.

-Has leído poemas y dado conferencias en más de 32 países de todos los continentes. ¿Cuáles son tus mejores recuerdos?

- Sitios que han quedado grabados en mi mente son Kioto, Alejandría, Venecia y New York. Y en cuanto a actos entrañables, una conferencia que di en Kioto ante centenares de estudiantes de español.

- Has traducido a Cavafis, Stevenson, François Villon, Eliot, Shakespeare, Tennyson, etc. ¿Cuál prefieres y por qué?

- Hay poetas que influyen en el alma, pero no en lo versos, y al revés. Quizá me quedaría con Cavafis.

- Poeta, novelista, ensayista…, ¿con qué te quedas?

- Poeta, sin duda. Esencialmente, soy poeta.

- Dices en el díptico que nunca has sabido qué es la poesía. Después de 29 poetas que han intervenido en este ciclo eres la primera persona que no la define. Recuerdo que León Felipe dijo lo mismo varias veces. ¿Qué es eso tan misterioso que no sabemos o no nos atrevemos a definir?

- Realmente, no sabría definirla. A mí me viene una imagen y unas palabras vinculadas a esas imágenes. Y escribo sobre ellas. Puedo escribir en cualquier lugar, en casa, en el tren, en el hotel, en un bar...y me pongo a escribir. Eso es poesía para mí... escribirla. Pero no puedo responder a la pregunta acerca de ¿qué es poesía?

Acto seguido, Vicente Barberá invitó a algunos poetas que se encontraban en la sala a recitar algunos poemas de Álvarez:

  • Juan Luis Bedins: Gato romano
  • Joaquín Juan Penalva: Vida ejemplar-Meleagro
  • Rosa María Vilarroig: Jorge Manrique
  • Rafael Soler: Lo que el viento se llevó
  • Jaime Siles: Magníficat
  • Ricardo Bellveser: El teatro

Y es algo habitual que Vicente Barberá formule algunas preguntas a las que pide una respuesta muy breve, en ocasiones a que se elija una de entre dos opciones. He aquí algunas de esas preguntas que le formuló al poeta y sus respuestas:

-       ¿Qué te sientes más: parisino o cartagenero?
-       Parisino.
-       ¿Planchar o fregar los platos después de comer?
-       Con frecuencia, friego los platos. No tengo inconveniente en ello.
-       ¿Carnaval de París o Semana Santa de Cartagena?
-       Semana Santa.
-       ¿Recitar tú o que los demàs reciten tus versos?
-       Yo. Prefiero recitar mis poemas?
-       ¿Poesía moderna o clásica?
-       Clásica.
-       ¿Mayor fracaso de tu vida?
-       No sé... quizá ser español hoy en día.
-       ¿Poesía o música?
-       Música, especialmente la clásica, aunque también me gustan el jazz y la ópera.

Ya en la recta final de la tarde, José María Álvarez leyó uno de sus mejores poemas, incluido en la nueva antología, y atendió las preguntas que se formularon desde el público.
   Y se cerró esta tarde poética con la lectura por parte de Virgilio Fuero del poema incluido en el díptico “La isla del tesoro”. Una tarde que tuvo como protagonista a un poeta que Luis Antonio de Villena ha calificado como “uno de los mejores poetas contemporáneos”.
                                                                                                      Pascual Casañ

miércoles, 26 de febrero de 2020

ALEJANDRO FONT DE MORA EN EL ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA


POR QUÉ ME GUSTA EL TANGO

                         Me gusta el tango por que juega
                         con el olvido del mundo
                         y dura y gira y canta,
                         y porque cuenta amores y desamores
                         que solo en él existen;
                         por que presta nostalgias
                         a quienes no creen en ellas
                         y enreda de emoción
                         a quienes aman.
                         Me gusta el tango
                         porque es agradecido
                         y paga eternidad
                         a la ciudad que se le rinde,
                         y a los amantes
                         les devuelve sombras
                         que los acogen entre los faroles;
                         también me gusta
                         porque en la vida bronca
                         abre paréntesis y formas en el aire
                         con su danza, a la vez sedosa
                         y violenta y suave y espasmódica.
                         Canción y danza,
                         estética y quejido,
narración y misterio
cabriola y caricia,
verso y alma,
Buenos Aires y el mundo,
cuatro copas
que yo tomo y obligo,
y una barra
de amigos que presiento.
Por todo eso y muchas más razones,
porque es todo eso
yo quiero al tango.

Y también porque es viejo
y joven a la vez:
exactamente como
a mí me toca ser.

martes, 25 de febrero de 2020

LUCAS LUNA EN ALFAFAR




Página 76:

La invité a una copa. Me levanté, abrí la neverita, saqué una botella de Cardhu, 12 años, una bandeja de hielo y serví el whisky. Me volví a sentar, intencionadamente a su derecha, y la invité a brindar. Mientras bebía la observé con detenimiento. Mis ojos recorrieron todo su cuerpo de abajo a arriba. Una falda ceñida dejaba al descubierto sus rodillas y permitía adivinar unas caderas perfectas en un talle ajustado. Bebía a pequeños sorbos. Su cuello limpio y sonrosado se abría en un escote hasta mitad del pecho cerrándolo con unos botones de la blusa que marcaba la silueta tentadora de sus senos apuntando unos pezones poderosos. Recorrí su rostro sin dejar de observar sus atractivos ojos y su mirada que envolvía el misterio del mar azul que le daban el color. Sus labios carnosos invitaban a comérsela a besos y mi imaginación empezaba a ver lo invisible y a viajar por el reino del erotismo encendiendo la pasión más allá de lo previsto. Entonces me di cuenta del peligro que corría.

Comentario de prensa:

"El amor familiar y fraternal con esos amigos, el erotismo de algún encuentro, el detalle en la descripción, lo irónico en algún momento; todo son elementos que llenan el decurso narrativo de esta excelente obra Lucas Luna. Obra honesta y elegante , divertida por momentos, en otros reflexiva, que muestra la destreza y el dominio de un escritor curtido que envuelve sus páginas con ese encanto que invita a los lectores con la seguridad de que no les dejará indiferentes".
(Francisco Cejudo)

domingo, 23 de febrero de 2020

ALEJANDRO FONT DE MORA: "·TESELARIO", DE OLÉLIBROS. EL 05-03-20 EN EL ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA

A LA PALABRA


Pues me dueles, palabra, y no me dueles:
no me dueles, quizás, cuando te digo
y me dueles, tal vez, si no te digo,
o puede que al revés.
A tu lado, contigo, por debajo de ti, busco las cosas
para poder decirlas y entenderlas
e indagar su sentido con sus nombres:
si digo “amor”, desde algún sitio cantan,
si digo “tiempo”, siento que hace frío,
y “muerte”, y un silencio vastísimo me llama.
Tú puedes alejarme del otro o acercarme,
refugio mío, mi eco desnortado, mi intemperie.
Cada vez vuelvo a ti como el mendigo
que vuelve a la limosna: con el ansia,
con el rencor antiguo del que ha de menester.
Menesteroso, pedigüeño, pobre siempre de ti,
solo tú me enriqueces: al decirte
hay un largo dolor que se libera
y hay un dolor cortísimo que crece,
y una burlada muerte. Ay, palabra,
como me duele el ser por ti explicado,
sajado como un mal de larga fecha
por el frío escalpelo del lenguaje;
y como no me duele que me duela,
y no entender y, al fin, saberlo todo.

sábado, 22 de febrero de 2020

ALEJANDRO FONT DE MORA, EN EL ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA EL 05-03-20.


EL CÍRCULO SIN CENTRO


No es casualidad,
ni estas formas surgieron del capricho
urente de la lava
fundiéndose en el mar,
ni estos barrancos híspidos
son otra cosa
que heridas meditadas
en el transcurso de un largo enfrentamiento.

Este círculo aislado
por el turbión perenne del Atlántico
es un oscuro signo que trazaron
las manos de unos dioses olvidados
en un tiempo
en que el oro no era
principio y fin del sino de los hombres.

Este perímetro que absorto ahora recorro
es tan perfecto en su nuda simetría
—bocabarranco, lomo, promontorio,
playa de bolos, punta, arenas hoscas,
nuevamente barrancos y nuevamente
pardos promontorios, y así otra vez
y otra…— que, por fuerza, adivino
la intención asombrosa del arquitecto
atlante.

Surge, a la hora
del concierto sonoro de los pájaros,
en el tránsito del ciclo luminoso
hacia la noche, la evidencia
de dos incertidumbres ya resueltas:

Este es un círculo que carece de centro,
que solo es perímetro indentado
para que los humanos conozcamos
que toda imperfección es necesaria,
que la lógica es solo una herramienta
para manipular nuestros deseos
hasta anularlos.

Y, asimismo,
que el círculo es un punto
que señala un final de trayectoria…
—Quienes afirman que la isla existe
mienten. Que esto no es una isla:
es el punto y final del universo.

miércoles, 19 de febrero de 2020

JOSÉ ANTONIO OLMEDO LÓPEZ AMOR: RESEÑA SOBRE EL ÚLTIMO POEMARIO DE JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ, APARECIDO EN "TODO LITERATURA"


Título: La mirada de la esfinge
Autor: José María Álvarez
Editorial: Olé Libros
Género: poesía
Año de publicación: 2019
Número de páginas: 126
ISBN: 978-84-17737-92-4 

“La mirada de la esfinge”: la antología poética más reciente de José María Álvarez

Por: José Antonio Olmedo López-Amor

José María Álvarez (Cartagena, 1942) es uno de los poetas que escogió el crítico literario José María Castellet para conformar su famosa y polémica antología —a partes iguales— titulada Nueve novísimos poetas españoles (Barral, 1970). Concretamente, Álvarez, junto a Manuel Vázquez Montalbán y Antonio Martínez Sarrión formaron esa facción denominada `senior´ dentro de una misma antología que se completó con poetas más jóvenes, o `coqueluche´, formada por: Guillermo Carnero, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Ana María Moix, Vicente Molina Foix y Leopoldo María Panero.
La privilegiada posición que el tiempo nos brinda medio siglo después nos da la posibilidad de advertir que Castellet solo acertó, en parte, como antólogo, ya que algunos de los poetas que escogió se distanciaron mucho de la poesía, años después, y algunos de los poetas no incluidos en su selección demostraron ser más novísimos que los propios novísimos, me refiero a: Juan Luis Panero, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Marcos Ricardo Barnatán, Jenaro Talens, Antonio Colinas y un largo etcétera. Sin embargo, a su favor siempre quedará el hecho de anticipar un cambio de mentalidad en la poesía española, un registro que en años anteriores contrajeron algunos poetas españoles por contagio con algunas vanguardias de la cultura europea sumado al hastío que les producía el desgaste de una poesía social costumbrista y agotada.
Para algunos, la verdadera puntería de Castellet quedaba representada en dos de sus poetas: Pere Gimferrer y Guillermo Carnero, poetas totales, todavía hoy activos y fieles representantes de un culturalismo que no han abandonado. La sólidas trayectorias de Gimferrer y Carnero, pero sobre todo, la importancia y trascendencia de sus obras poéticas, realzó el contraste con sus compañeros de grupo, quienes se vieron —figurativamente— invitados a desmentir la apuesta que por ellos había hecho Castellet o, por el contrario, a refrendarla.
José María Álvarez publicó en 1964 su ópera prima, titulada Libro de las nuevas herramientas (El Bardo), obra que ya fue considerada entonces como la mejor publicación poética del año por la revista Índice. Y no fue hasta una década después que se pronunció de nuevo como poeta con la publicación de Museo de cera (Manual de exploradores), para muchos, su obra maestra, concebida entre 1960 y 1970 y después reeditada y ampliada en varias ocasiones. El gigantismo de Museo de cera recuerda a los Cantos de Ezra Pound, autor al que Álvarez conoce bien, ya que lo ha traducido y por el que le encargaron presidir su homenaje tras su muerte, celebrado en Venecia (1985).
Ya en sus inicios José María Álvarez mostró un especial interés por el cosmopolitismo y la variedad de la riqueza cultural a él asociada, así como un inusual gusto por la abundancia de citas de otros autores —primero— y la profusa utilización de títulos extensos —después— y en diversas lenguas. Estos rasgos y muchos otros han singularizado hasta día de hoy su quehacer como poeta. En la actualidad, podemos afirmar que su legado poético es caleidoscópico y poliédrico, algo que le ha exigido una evidente libertad formal.
Ensayo, novela y poesía estructuran las ramas principales de su producción literaria. A las interesantes antologías que glosan su poesía, entre las que se encuentra El vaho de Dios (Poemas venezianos) que elaboró Alfredo Rodríguez para la editorial Renacimiento, se suma ahora La mirada de la esfinge (Olé Libros, 2019) al cuidado de la también poeta Noelia Illán Conesa (Cartagena, 1983), quien es especialista en la poesía de José María Álvarez y a quien ya antologó en El oro de los tigres (Balduque, 2015).
Si en la mencionada antología de Illán Conesa el criterio de selección poemática fue la relación de los poemas de Álvarez con aquellas ciudades amadas por el poeta, en La mirada de la esfinge plantea otro recorrido, y es el que a través del deseo los poemas del novísimo la han conducido a la emoción como lectora. Recordemos que Illán Conesa ya leía a Álvarez desde los catorce años y, como ella misma confesó en una entrevista, de su novela La esclava instruida pasó a la poesía de Museo de cera, quedando absolutamente maravillada y sobrecogida tanto por la amplitud de su registro poético como por su actualidad.
 Esta particular forma de acercarse a la poética de, en opinión de Luis Antonio de Villena, uno de los mejores poetas españoles contemporáneos, propone un sesgado itinerario sensorial muy propicio para aquellos que no han tenido contacto con su poesía. Esa parcialidad que exige el criterio de selección de los poemas no evita que en los poemas escogidos veamos representados los principales actores, temas y estilo del autor cartagenero.
Publicada en el número cinco de la colección Vuelta de Tuerca, colección que aspira a convertirse en un referente a nivel nacional y en la que ya han publicado antologías poetas como Ricardo Bellveser, Jaime Siles, Rafael Soler y Francisca Aguirre, La mirada de la esfinge cuenta con 125 páginas en las que Illán Conesa glosa ese ya comentado recorrido trazado por el deseo en la poética alvareziana y lo escinde en dos partes: “Las huellas del deseo” e “Imposible terciopelo”; 27 y 32 poemas, respectivamente.
Tras los agradecimientos del autor y el comentado prólogo de Illán Conesa, en el que justifica la estructura del libro agrupando los poemas más carnales al principio y los más románticos, después, encontramos un poema de José María Álvarez titulado “El desterrado”, y como su mismo nombre indica, se encuentra fuera del compendio general, por lo que funciona  a modo de propedéutica. Ya en este poema podemos apreciar la postura ante la vida de un viajero que asume la muerte como corolario a su existencia, un caminante al que la belleza de una mujer y la degustación de un buen licor hacen de su espera algo más llevadero: «acostumbro a mis ojos a que acepten este paisaje como / el último»; «La vida que amé [...] // A veces sueño si aún / existe».
Es en los versos centrales de este poema donde el autor confiesa una de sus grandes preocupaciones, la paulatina destrucción del mundo: «Mucho me ha costado no / desesperar, / aunque sé que la vida sólo puede / ir ya a peor». Este desasosiego es compartido por poetas como Luis Antonio de Villena, quien también se confiesa amante de lo que Venecia, como último y lacerado bastión de un pasado luminoso, representa al resistir el paso del tiempo como un devaluado símbolo.
La erosión de la inteligencia, los valores, de las Humanidades, la reconfiguración de la moral al ser sometida al molde dictado por el capitalismo, no deja indiferente a aquellos que han vivido y luchado por todas estas virtudes y en ellas reconocen parte de la grandeza del ser humano. El citado Ezra Pound haría lo propio y reflejaría este sentimiento en sus Cantos pisanos, una profunda meditación sobre el lugar que ocupaba en el mundo, tras la guerra, una Europa en ruinas y decadente.
Debido a la certeza de ese acabamiento irrefrenable José María Álvarez desempolva el tópico del carpe diem para decirnos, de manera culturalista y desde la perspectiva de un aristócrata cultista y vitalista, pero también elitista, que debemos disfrutar el aquí y el ahora mientras podamos. En su oda-invitación al deleite de los placeres anacreónticos otros temas se cruzan en su discurso, como el simposio o el bucolismo, pero de entre la riqueza expresiva del autor de Los obscuros leopardos de la luna ( 2010) Illán Conesa se centra en ese carácter erótico y sensual del que son representativos poemas como “El poeta festeja entusiasmado su miembro viril” o “El esplendor perdido”: «Mi corazón aún está abierto / a su gracia a dolescente, / aún puedo sentir su boca en mi cuerpo, / sus infantiles ademanes, / la música de sus pulseras todavía suena / en mis oídos y consuela mis noches».
En algunos pasajes la lascivia recuerda a las orgías que protagonizaban los libertinos personajes de las obras del Marqués de Sade: «Y como aquella virgen núbil, / la imagino complaciéndose / a solas, juguetona, pensando en este o en aquel, / buscando el placer con sus dedos». Las referencias a Horacio, Catulo, Plutarco o Plinio son constantes, pero también el recurso la iconografía cinematográfica: Truffaut, Ophüls , así como personajes consagrados del celuloide amplían un dramatis personae que abarca milenios y diferentes culturas.
Resulta magnífico, dado el enfoque de la antóloga, paladear y contrastar lo expeditivo y contundente de algunos poemas basados en el deseo carnal, con la fragilidad y sensibilidad contenida en ese “Imposible terciopelo” como segundo movimiento de esta sinfonía. El poema que lleva por título “Templar”, el cual inaugura este apartado, posee la suficiencia axiomática de un aforismo: «Qué fantástico momento / cuando en los ojos de una mujer / te has muerto».
Con la belleza de Helena de Troya como pretexto, el poeta nos alecciona acerca de la trascendencia e importancia de lo bello en un mundo de peste, muerte y caos: «Y perecieron. / Y pereció su estirpe. / Sin que ninguno se atreviera / a condenar la Belleza». Destaca un uso antonomásico de la tipografía mayúscula como recurso para marcar y diferenciar los paradigmas cuya polisemia podría hacer que los confundiésemos con los sustantivos. Esta forma de distinguir entre sustantivo y paradigma sirve en el poema titulado “Acuarela romántica” para delimitar las proposiciones no coordinadas ni subordinadas, pues el poeta renuncia en esta latitud a la puntuación ortográfica: «Era el fin de un Verano Quizá mil novecientos / cincuenta y tres / La casa grande de la playa Hemos pasado / la mañana nadando buscando cangrejos».
Según Illán Conesa el título del libro corresponde a uno de los versos de José María Álvarez: `La mirada de la esfinge´, bella metáfora que aglutina en su interpretación la suprema vigilancia de una mujer superior, capaz de destruirnos o glorificarnos, culmen de la belleza capaz de hacernos olvidar nuestra miserabilidad. A su vez, la esfinge representa el nexo con lo exótico, el orientalismo, pero también lo mágico, desconocido y asombroso que se cifra en el arte y los tesoros del mundo.
“Bezahar” es buen ejemplo de esa fascinación por los insólitos hallazgos en territorio extranjero. Colocado como poema de cierre y colofón del libro, en este texto se incardinan los elementos y también las palabras que sirven para traducir a la perfección el significado global de una poética que lejos de agotarse se amplía y barroquiza sin caer en lo hermético:
El oro de la tarde
sobre el mar de tu cuerpo
El crepúsculo ardiendo en tu mirada
El ulular de sirenas de tus entrañas
Nuestras lenguas enlazándose como pájaros suntuosos
Contemplando tu belleza y mi deseo
acepto la vida

domingo, 16 de febrero de 2020

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ EN "POETAS EN EL ATENEO" EL MARTES DÍA 18 DE FEBRERO DE 2020 A LAS 19:30



SUR UN LIT HASARDEUX
  
 «FAUSTO—iQué premonición encierran estos coágulos!»
CHRISTOPHER MARLOWE

«La vida no se puede discutir»
TAO CH´IEN

«¡Siempre el Destino!»
LEÓN BLOY

In memoriam
Stendhal

Miró al mundo. Y ya
no
sintió
ni compasión.

Pero eso es algo pensado
después. Primero
hay una tarde de Verano
—hilos vivos de luz atravesando
las persianas bajadas,
sudor, silencio fuera, la hora de la siesta—;
y un niño, tumbado boca abajo en su cama, con
un libro en el suelo. Asiste
absorto
a una escena: un noble
romano, que ha decidido
no someter su libertad a la vileza
del Emperador, dispone
una cena, y junto a sus amigos,
con alegría, con dignidad, acompañado
en ese viaje por una esclava muy hermosa,
se abre las venas.

¿Por qué se queda tan grabada
esa escena en el niño?
¿La descripción de Sienkiewicz?
No es memorable, no; aunque sí tiene «algo».
¿Acaso esa elección, que misteriosamente
en su interior no sabe qué lo lleva
a respetarla, es más: que admira?

Pasan los años. Ahora estamos
en el 59 o el 60. Un cine de Verano.
Han hecho una película
sobre esta historia. Le divierte
el Nerón de Ustinov. Y vuelve a emocionarle
la escena del suicidio. El Petronio de Gwenn
es acertado, y Eunice es bella,
no como él la imaginara aquella tarde tan lejana,
pero tiene atractivo. Se repite
el inefable dictado de la carta
—quizás en esa carta
esté gran parte de la fascinación
que lo ha turbado siempre. Dejar, poder dejar
un adiós como ése—.
Pero ahora ya considera otros matices:
el ansia de belleza de Petronio,
su humor, la certidumbre
de que vivir, según qué precio
deba pagarse, puede no merecer
la pena, una noble manera
de entender la amistad, lo que es posible o no
aceptar del Poder,
y el calor de la esclava,
y ese sutil desprecio
a lo bajo, mediocre...

Pero el porqué; la médula
de la admiración por un suicidio como éste,
viene más tarde. Lo comprende una noche
de Primavera, mientras bebe en la piazza
del Panteón.
  Esa grandeza
ahí, que tanto ama,
no le sirve esa noche. Ni el sabor del alcohol.
Ni siquiera ese último aliento
de la sexualidad, que lo ha protegido tantas veces.
Todo es ya demasiado. La
soledad, es demasiada soledad.
El desacuerdo con su tiempo
también es gigantesco.
Lo peor de la vida hace ya mucho
que se ceba en su alma, y ha sentido el chasquido,
al cortarse, uno a uno, fríos como hielo,
los hilos que lo unen
al deseo de vivir.
      Y hay un momento en esa noche
que lo sobrecoge, que le hace sentir miedo: Mira
a su alrededor, la muchedumbre, todo,
y se da cuenta de que ya no siente
ni compasión.

En ese instante vuelve
la imagen de Petronio, aquella cena.
¿Sintió él también esa vaharada
del horror? ¿Supiste que ya nada
tenías que hacer en este mundo,
que lo único digno era alejarse,
no unir tu nombre a esa abyección?
¿Y que tanta vileza procreaba un desprecio
tan intenso
que podía a su alma asemejarla
a la del monstruo al que jamás
hubiera consentido en someterse?

Y entonces comprendió
ese suicidio.
       Y admiró, con envidia, aquellos tiempos,
cuando aún era posible
poner fin a tu vida
no en soledad, con desesperación, como el que huye,
 sino
eligiendo, orgulloso;
y hacerlo así, como el romano,
rodeado de amigos
que aceptan acompañar ese momento
con su respeto, con su afecto, en la delicia
de una cena como esa, y sintiendo suya la belleza
de una Eunice,
que también, libremente, y por amor,
acompaña tu viaje.

sábado, 15 de febrero de 2020

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ

José María Álvarez, es un poeta conocido internacionalmente: Novísimo; ganador del Loewe, Sonrisa vertical, etc.; Doctor Honoris Causa por Dowling (NY); lector y conferenciante en más de 12 países; traducido a más de 20 idiomas; Presidente del Homenaje Mundial a Ezra Pound en Venecia, etc.
         Viene a POETAS EN EL ATENEO el próximo martes, 18 de febrero. Es una ocasión irrepetible para conocerlo mejor. La sesión comenzará a las 19:30 después de la presentación de su última antología, publicada por Olélibros.
          No os lo podéis perder.

viernes, 14 de febrero de 2020

POETAS EN EL ATENEO XXX

VÍDEO COMPLETO DE LA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO "LAS SIETE DE LA TARDE"

VÍDEO COMPLETO DE LA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO LAS SIETE DE LA TARDE

Ni me había enterado. Ha sido un amigo quien me ha dicho: acabo de ver tu presentación en youtube. La he buscado y ahí está, la ha puesto Ateneo. Este finde la veré. La dejo para los que no pudisteis estar por si os hace ilusión verla, sé que a Rosalia ZaRe le va a encantar... Ahí está todo lo que dije, que sí, que dije alguna cosita ácida pero bueno, no se nota casi pero es que ya sabéis que he de decir lo que pienso. Al final del vídeo leo alguno de los poemas de Las Siete de la Tarde, el poemario editado por la editorial Olélibros que dirige Toni Alcolea Alcolea al que desde aquí le mando todo mi cariño. Especialmente para mis presentadores Blas Muñoz Pizarro, Vicente Barbera Albalat y Antonio Mayor Sánchez y para Loli Lara que tanto y tan bien trabaja para que los poetas tengamos unos libros de los que sentirnos tan orgullosos y orgullosas. A ver, que no sé leer poesía, ¿eh? Hice lo que buenamente pude.

jueves, 13 de febrero de 2020

EXTRAORDINARIA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO "LAS SIETE DE LA TARDE", DE MAGDA VILLARROYA, EN EL ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA



Las siete de la tarde de MAGDA VILLARROYA
 MAGDA VILLARROYA es valenciana, licenciada en Derecho y experta en Derecho Constitucional. Ha publicado: Descubre la Constitución (2003, cuento, en colaboración); ¿Eres demócrata... o lo pareces? (2004, ensayo);  El Mundo Mágico de la Constitución Europea (2005, infantil); El Mundo Mágico de la Constitución Española (infantil); Dioses en la Red (novela, con referencias a la mitología griega y el mundo del Olimpo de los dioses con la vida actual a través de sus deliciosas Musas); Tengo tanto sueño que me duermo en los zapatos (novela). Largo silencio hasta hoy con el poemario Las siete de la tarde y El Mundo Mágico del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, dedicado a los niños y muy a punto de aparecer. 
En el 2008 obtuvo el “Premi extraordinari Jaume I en els CXXIV Jocs Florals de la Ciutat i Regne de València” por la novela Acompañadas
Hoy presentamos su primer poemario en el que, más allá de las palabras, el pensamiento se anticipa y el lector tiene que andar por un camino de espinas como perdido hasta encontrar una luz final que entienda el sufrimiento, la angustia y la desesperación que el poeta siente ante el amor, el desamor, la libertad y la muerte, buscando la primavera y huyendo del invierno para encontrar la ilusión de “volver a vivir”. 
Así, pues, amor sí, pero también nostalgia, soledad, añoranza, mucha tristeza, melancolía.., en un jardín de palabras perfumadas y un lenguaje sencillo, preciso y conmovedor. Un poemario para leer, releer, disfrutar y recordar. Gracias, Magda, y mi enhorabuena. 
Solo una cosa más: no cumplas el enunciado del último verso del libro: “No escribiré más versos”. ¡No nos prives de nuevos poemas! 
Un abrazo muy fuerte.
Valencia, 11-02-2020.