domingo, 30 de agosto de 2020

VICENTE BARBERÁ ALBALAT: TANGO VIEJO

Un recuerdo, ya que hablamos de nostalgia
Chamfort dijo: “El amor tal como lo conocemos en sociedad no es más que el intercambio de dos fantasías y el contacto de dos superficies cutáneas”. ¿Qué os parece la definición del moralista francés del siglo XVIII? ¡Menuda definición!, pero hay tantas que nadie sabe qué es el amor. Vamos a perdonarlo, al fin y al cabo no sabemos cuál fue su experiencia. ¿Pero qué opináis vosotros? Nos dice que la esencia del amor es la fantasía y el contacto con la piel. Pues lo tenemos claro: el amor es una fantasía superficial, epitelial, ¿no? ¿Me lo podríais aclarar? Me parece que el amor, la felicidad, la amistad…, caminan hacia definiciones tan variadas que resultaría difícil ponerse de acuerdo. Y si no nos ponemos de acuerdo, ¿cómo podemos hablar de una cosa?
            Y ya me canso: os lo dejo en vuestras manos y aprovecho para regalaros un poema. El poema es una personalización del tango como fuente de nostalgia al que mi corazón herido le pide ayuda.
            Un abrazo por vuestra paciencia.


TANGO VIEJO

(...) yo bebí incansablemente
en mi copa de dolor (…).
Alfredo Le Pera en Cuesta Abajo.

Canciones tristes y de largos vuelos,
extrañas noches de torcidas sombras,
clavos ardientes en memorias viejas,
siluetas rotas con perfil de llanto,
gestos clavados en miradas torvas,
llantos sin lágrimas, quemados, secos…,
que absorben todo el padecer del alma.

Bandoneón, complaciente oruga azul,
sueños vacíos rotos de quereres,
sinfonía de tantos sortilegios,
música, lloros, gritos, sueños, cantos,
pentagrama de notas lastimeras
que clavas los cuchillos y los hierros
en tus sones rellenos de dulzura.

Mi corazón herido, viejo tango,
te pide que apacigües mi nostalgia
con un canto de luz cada mañana.

jueves, 27 de agosto de 2020

PILAR BLANCO: TEMBLOR DE PÁJARO



TEMBLOR DE PÁJARO  

Después de que se fuera aquella luz,
aquel batir vibrante de aire y plumas,
quedó algo suspendido, un nosequé,
algo fuera del tiempo, de la sutil materia.
Ese temblor sin tiempo era la vida.

domingo, 23 de agosto de 2020

LIBROS DEDICADOS: PEDRO J. MORENO


LIBROS DEDICADOS: PEDRO J. MORENO

Nació en Chumillas (Cuenca) el 2 de junio de 1940. Destacamos de su obra literaria: 1983 ingresó en la Agrupación Literaria “Amigos de la Poesía” ostentando desde 2003 hasta 2013 el cargo de Presidente; 2000 (y varios años más) fue finalista de los Premios de la Crítica Literaria de la Comunidad Valenciana, en este caso con su libro de poemas “Hijo de la tierra”; 2002, con “Ebrio de luz”, recibe el Premio “Amics D'Or” en Literatura de la Asociación Cultural y Deportiva “Amics del Maritim”; 2003 recibe el Premio “Vicente Gaos” de Poesía del Ayuntamiento de Valencia por su libro “No detengáis el alba”; 2009 su poemario “Donde nace la luz” obtuvo el premio “Vicente Mojica” del Ateneo Cultural de Alicante; 2010 y 2018, respectivamente, ganó el premio ALCAP que convoca la Agrupación Castellonense Amigos de la Poesía con el poemario “Póker de reinas” y “Todo es amanecer”.
            Conocí a Pedro ya hace unos años cuando estaba presidiendo “Amigos de la Poesía”, pero hasta hace muy poco no he tenido ocasión de relacionarme con él  personalmente. Hace unos días me regaló Todo es amanecer y he podido deleitarme leyéndolo. Una poesía que se lee con agrado, de variados temas y de un lirismo conmovedor. En su introducción Miguel Romero escribe: “Es poeta grande en contenidos, sensible en pensamientos, locuaz en los trazos métricos, valiente en el mensaje y cauto en voluntades. Es ese poeta que busca en la palabra, en el desasosiego, en el relámpago, en la luz, en el aroma, en el reflejo de los ríos, en el sentir del amigo, en el rumor de las olas, en la desnudez del aire, en el clamor de la tormenta, en el dolor púrpura que cubre la tierra, en las lunas muertas, en la tristeza del naranjo, en las nubes grises y en el temblor de su pluma”. Poco puedo añadir en esta breve nota. Conocedor del ritmo y de la palabra anoto unos versos endecasílabos impecables de su poema “El poeta”:

Desde la oscura noche surge el alba
con su limpia y gozosa transparencia.
Flota sobre el jardín la luz del día
y las flores levantan la cabeza
sintiendo ya el placer de ser miradas.
Roza el aire mi rostro sorprendido;
con sus dedos de seda y su caricia
me pone el corazón entre sus labios.

martes, 18 de agosto de 2020

UNA FOTO, UN DESEO Y UN TANGO


UNA FOTO, UN DESEO Y UN TANGO

La FOTO es de mi nieto de 8 años, hecha en Peñíscola, y en ella estoy acompañado de una hija y de una sobrina disfrutando de las mieles del verano. El DESEO es que os toméis una cerveza helada o un vaso de vino blanco frío, muy frío, sentados a la sombra suave y fresca del mar paseándose por vuestra cara, lamiendo vuestro rostro. El TANGO es una declaración de amor, porque el amor, y lo sabéis todos, “es la mejor goma de borrar que existe”.


TANGO ENTRAÑABLE

Y pasé la vida masticando sueños.
Cacho Castaña,
(en una de las versiones de
La Cumparsita.)

Estoy almacenando mis tristezas
como un rosario unidas al dolor,
sobre un incontrolado sufrimiento.

Quisiera en mis recuerdos retener
las letras de los tangos inmortales,
las palabras que narran sus historias.
Y en un solo poema reunir
las angustias, pesares, desengaños…,
que todos ellos cantan y pregonan.

Me gustaría componer los tangos
de Discépolo, Mores y Gardel;
de Piazzola, Salgán, Canaro y Manzi.    
Ser canto, pregonero, bandoneón…,
todo a la vez: amor y desamor,
viento, lluvia, cristal, acero, lágrimas...

Todo a la vez, para sentir flotar
el corazón repleto de aventuras
al lado de la luna y las estrellas,
suspendido en el brillo de la noche,
porque es de noche cuando el tango sale
y se hospeda en las sombras de la muerte
y en las farolas de nimbadas luces;
cuando el alma porteña se estremece
volando por el techo de las penas.

Me gustaría ser el corazón
del tango y penetrar en su argumento.

Quisiera saturarme de su aliento
en esas noches que la luna muerde,
triste, en la oscuridad, sin brillo y sola,
perdido en tu teclado, bandoneón,
entre tus letras y lamentos viejos,
y en mis oídos recrear tu canto,
pero esta vez repleto de alegría.

Y poderlo bailar,
                             especialmente,
entre los suaves brazos de una porteña hermosa.

(Vicente Barberá Albalat, De amor y sombras, Páginacero, 2014)

domingo, 2 de agosto de 2020

VICENTE BARBERÁ ALBALAT: PUEBLO SECO

(Foto de José Luis Vila)

 Queridos amigos:

En este mes de agosto tan canicular en el que apenas puedes salir a la calle por culpa de la Covid-19 y por el sol que te asa sin contemplaciones al menor descuido —especialmente si tenemos la piel atópica— me viene a la memoria mi infancia. En aquellos tiempos el mes de agosto era el de las vacaciones para los que estudiábamos en la capital, y el pueblo de nuestros padres el lugar en donde disfrutar del verano. Los juegos, los primeros escarceos amorosos, la siega y batre en la era y aquellos atardeceres a la fresca... Qué tiempo que ya solo podemos vivir en el recuerdo.
            Os deseo que lo podáis rememorar a los que lo habéis vivido y a los que no, a todos, que paséis un agosto —que parece más caluroso a medida que avanzan los años— lleno de buenas sorpresas y con vuestros seres más queridos. Que disfrutéis de la vida con la familia y amigos, que es lo mejor que tenemos para aprovechar la que nos queda.
            Un fuerte abrazo.


PUEBLO SECO

Hoy es un día oculto de tu vida.
Cesar Simón

Pueblo seco. Tu noche oscura y rota.
Tu amanecer de blanco enjalbegado,
de jazmines, sin mácula de sombra.
Tus cornisas, aquí y allá, se escapan
sobre el aire tan limpio. De lejos, tus tejados,
y, al viento, las cortinas prístinas del baladre
que en la rambla creció con amaneceres tibios.

Y es ligero el cercano perfume
de la brisa del monte,
de las flores del olmo cuando vuelan
libres sobre el tomillo de cárdenos colores.
Y la liviandad de la amapola
en su libre ascender sobre la espiga,
en su aspirar a ser soplo de viento.

Y ahora, zarzamora, hierba buena,
poleo, hiedra, aliaga, té de monte
amalgama de formas que resurgen
en tantas olorosas primaveras.
Más allá, los olivos
y los pinos con cantos de chicharra
en el calor del día.

Y ese arrebol de la vida en las mejillas
de los niños que corren entre piedras
y recogen el sol en sus miradas.
Luego, en agosto, por la tarde
a la fresca jugando, y la gente sentada
en una silla vieja, como escultura ausente,
bajo la luna oscura de una noche
por el canto del grillo siempre rota.

(Vicente Barberá Albalat, en De amor y sombras, Páginacero ediciones, 2014)