viernes, 29 de noviembre de 2019

"DESPUÉS DEL AMOR", DE VICENTE BARBERÁ ALBALAT


NO SÉ CÓMO EXPLICARTE

Por ti lo dejé todo:
enfundé mis espadas,
abandoné el alcohol, las drogas,
las noches siempre en vela,
los conciertos de jazz
y los días de fiesta con las otras bailando.

No sé cómo explicarte:
       me olvidé de los míos.
Nadie entendía la razón
       de mi ausencia.
Perdona si confieso mi locura;
       no pretendo cobrar
       ninguna deuda antigua.

Y es que tú nunca entiendes de renuncias,
       siempre arrastras con fuerza
       ese  orgullo confuso
       de tsunami enojado.
Robas la libertad
       dejando a la deriva
       ese fanal que brilla escasamente
       porque no tiene luz.
Como un muro acerado
       proteges los accesos a tu infierno.
Dentro creas hogueras
       inconsumibles
       y las brasas remueves sin quemarte.

No obstante, Amor, así es como me tienes
      en tus cadenas preso,
      rogando la clemencia de tus ojos,
      pidiéndote perdón
      por no haber nada cometido.
Y no puedo escapar
      al aceptar la herida de tus dardos.

lunes, 25 de noviembre de 2019

PLACA EN MEMORIA DE JOAQUÍN RIÑÓN

Estimados amigos: el pasado día 22 tuvo lugar un emotivo y entrañable acto en memoria de Joaquín Riñón, en el centro Aula 3, de Valencia. Asistieron su hija menor, Sandra, profesores y compañeros de tan entrañable amigo y poeta. Tomó la palabra en primer lugar el director del centro y entre otros asistentes se encontraban Blas Muñoz y Antonio Mayor, ambos, lo mismo que yo, miembros de EL LIMONERO DE HOMERO, grupo poético del que era cofundador. Adjunto una foto recordatorio y mi humilde aportación en el parlamento.




Recordando a Joaquín Riñón

Estimados amigos, gracias por haberme invitado hoy aquí. Y por darme la ocasión de pronunciar unas palabras, pocas para no alargar el acto, con motivo del homenaje que habéis organizado.
            Es para mí un gran honor.
            Conocí a Joaquín ya hace muchos años, cuando yo estaba de Inspector de Educación en Barcelona. Por cuestiones de salud él tenía que desplazarse y, por mediación de un amigo común llamado Juan Galán que conocí en Oliva cuando yo tenía 24 años, le invité a mi casa. Varias veces vino y compartimos casa y conversación.
            Cuando me trasladé a Valencia en 1992 dio la feliz casualidad de que me domicilié en la Avenida de Aragón, muy cerca de su casa. Desde entonces empezamos a salir juntos con mucha frecuencia. A veces me invitaba a su chalet en Siete Aguas y su amable esposa, Sefa, nos preparaba una paella con todo el cariño del mundo. Conocí a sus hijos, pero sobre todo a Pepa a cuyos recitales asistí con mucha frecuencia. Él estaba muy orgulloso de sus hijos y preocupado por el futuro de su hija mayor, porque conocía lo difícil que es triunfar en el mundo de las artes. Recuerdo que me preguntaba cada vez mi opinión sobre ella y cómo cantaba como si yo fuera experto. Me fascinaba la admiración que sentía por mí y lo humilde que era. No presumía de nada y siempre creía que en cuestiones educativas tenía que aconsejarlo cuando él era quien podía darme lecciones a mí.
            Así fue fraguándose una amistad. Recuperamos a Juan y los tres nos veíamos frecuentemente. A mediados de 2006 Joaquín y yo comentamos la posibilidad de crear un grupo literario para trabajar la poesía hasta que un día, a finales de ese mismo año, con motivo de la boda de Pepa, conocí a Blas —excelente poeta y gran amigo— y en 2007 ya empezamos a reunirnos, incorporándose sucesivamente Antonio Mayor y José Luis Prieto.
En el curso 2008-2009 se invitó a Blas, a Antonio, a Joaquín y a José Luis a dar una charla y leer algún poema propio en el Club Poetas del Ateneo que poco antes creamos un grupo de socios.   
El 22-01-09, tuvo lugar en el salón de Actos del Ateneo un magno recital con la colaboración de AMICS DE LA POESÍA DE SILLA, que fue un inesperado éxito. En él intervinieron como invitados todos los miembros de EL LIMONERO DE HOMERO. Pero fue el 01-02-10, cuando organizamos e intervenimos como tales por primera vez en el Instituto Luis Vives de Valencia en el que Antonio Mayor era profesor de Lengua y Literatura Española. Desde entonces más de 50 recitales, y reuniones cada jueves en el Ateneo Mercantil en las que almorzábamos y trabajábamos la poesía. Él era además de entrañable amigo un poeta extraordinario, meticuloso y continuo revisor de su producción así como experto conocedor de la gramática. Siempre conciliador, nos atendía con una amabilidad rigurosa y admirable.
Memoria crepuscular será un libro que siempre llevaremos en nuestro corazón, su testamento poético inolvidable, y su poema Muerte en La Malvarrosa, una joya.
Te fuiste después de una penosa enfermedad que aguantaste con estoicismo, te fuiste para siempre:
Hoy ya no quedan versos.
aquellos versos tristes como hielo de luna,
escritos en el viento de un corazón herido,
se fueron para siempre.
Muchas gracias.
Valencia, 22-11-2019.

jueves, 21 de noviembre de 2019

JUAN LUIS BEDINS PRESENTA LA NOVELA "LUCAS LUNA", DE VICENTE BARBERÁ ALBALAT, EN CASTELLÓN



PRESENTACIÓN DE LA NOVELA
“LUCAS LUNA”
(Olé Libros, 2019),
DE VICENTE BARBERÁ ALBALAT           
LIBRERÍA ARGOT   (CASTELLÓN)         
jueves, 14 de noviembre de 2019                    19:00 h.               CASTELLÓN
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     La  novela Lucas Luna parece tener a simple vista mucho de autobiográfía. Así, el primer capítulo, titulado Jubilación narra ese momento tan esperado por muchos como es el de la jubilación del protagonista. Este primer capítulo está fechado en 2006. A partir de ahí, como en un flash-back, la obra regresa al pasado del personaje principal, en 1955. Después, la historia sigue un ritmo ascendente en su cronología y finaliza en 2018. Todos los capítulos están titulados e introducidos por una fecha supuestamente importante en la vida de Lucas Luna. El segundo capítulo se titula A París en autoestop y va precedido por los recuerdos lúdico-juveniles en el pueblo del narrador, imbuidos de ciertas supersticiones y misterios, similares a los que están instalados en tantos otros pueblos de nuestra geografía. Es también el tiempo de las primeras sensaciones y del acercamiento al sexo; y que preceden a su vida de aventurero en París ya como universitario. Una de las características de la novela es la inserción de pequeñas historias de las que se puedan extraer consecuencias morales o filosóficas. Es lo que sucede con un fragmento titulado El joven que se creía desgraciado en el contexto de su viaje a Gorongoro en África y con el que el autor pretende consolar a su compañero de viajes.

     Pero en el año 1980 la vida del autor-narrador va a tomar un giro inesperado y muy distinto a partir de la visita que hace a Alemania Oriental. Aprovecho para decir que, hasta cierto punto, la novela está (parcialmente al menos) concebida como un libro de viajes a través de los cuales el narrador nos va contando sus peripecias esperando, es de suponer, que el lector extraiga sus propias conclusiones. Siendo Agregado de Educación en Alemania el protagonista tiene una aventura erótica con su secretaria en la que el autor demuestra su dominio del género erótico y su pericia en el arte de contar un episodio de tipo sexual.

      La acción avanza hasta 1995 y, como sucede a veces en el desarrollo de la novela, hay reflexiones, ahora más puntuales, sobre la Guerra Civil española. En este capítulo también hay imbricado un episodio propio de la ancestral cultura aldeana y también escrito en cursiva, que con el nombre de El gallo enorme narra el misterio de unas apariciones que podemos considerar tan reales como irreales y misteriosas de unos hechos revestidos de una ambigüedad casi sagrada. Como he comentado, es característica del autor insertar estas pequeñas historias a veces conectadas con el mundo rural.

     El autor-narrador da cuenta con fecha de 1996 de su viaje a Tokio y en este capítulo nos introduce en su vida familiar y narra los avatares y la historia de su hijo.

     En su itinerario viajante no podía faltar un exótico lugar común de todo viajero que se precie. Es así como asistimos en el capítulo Himalaya (1999) a sus aventuras en Agra, Lasha, Katmandú y el mismísimo Everest. Aprovecha el narrador para hacerse eco de las desventuras amorosas de uno de sus mejores amigos, de las que también podemos sacar conclusiones relevantes acerca del mundo de la relación hombre-mujer en ese tiempo determinado, el tiempo de la modernidad, tan complejo y difícil para mantener una relación estable de pareja.

     Y de nuevo el narrador, esta vez en Guanajuato (2003), México, encuentra el amor, un amor esporádico pero intenso. En este punto del análisis cabe decir que la mujer, sobre todo en la faceta amorosa, es un leitmotiv importante en el libro. Lucas Luna es un amante de las féminas y aprovecha cualquier ocasión para ensalzar su belleza y sus encantos. Tras los capítulos titulados Jazz en Melbourne y Fiesta de la Cereza hallamos uno muy interesante, Reflexión desde mi ventana (2010), donde inserta, como en anteriores ocasiones, un texto en cursiva del emperador romano Marco Aurelio.

     También en el capítulo Kaguta (2011) hay dos textos imbricados. El primero narra la historia de un niño que tiene que huir del hogar familiar y pasar a vivir de la limosna; y el segundo, con el título de Jirafa, resulta emocionalmente muy impactante, pues revela cómo la naturaleza tiene también un corazón tanto o más grande que el nuestro a través de la historia de una jirafa y su retoño.

      En el capítulo 2012. Sala de espera en otorrinolaringología hallamos una nueva manera de narrar, ya que el episodio, no exento de carga psicológica, está parcialmente escrito sin signos de puntuación. Aquí, el autor revela sus dotes de observador y de interpretador de realidades comunes. Es característica su capacidad de, a través de los detalles, extraer consecuencias acerca de los caracteres y las vidas de las personas.

     Y así llegamos ya a uno de los capítulos más importantes del libro, 2014. Cumpleaños. En este capítulo, sus tres amigos (Juan, Daniel y Fernando), por otra parte, presentes a lo largo de la novela, revelan sus puntos de vista e inquietudes a través de un amplio diálogo en el que se trata de modo exhaustivo nuestro mundo moderno con un tono crítico. También ahora, el narrador inserta en esa acción dialogada dos pequeños relatos. El primero, El taxista de Marraquech, del que podemos extraer consecuencias filosóficas profundas sobre el modo de pensar de distintas personas pertenecientes a capas económicas diferentes de la sociedad. A continuación, se incluye un pequeño texto titulado Fleming en el que, sagazmente, el autor nos hace reflexionar sobre esa creencia tan antigua de que existe una especie de ley más allá de nuestras convenciones que repara y equilibra nuestras conductas haciendo que la vida no sea tan caótica. Hay, pues, algo, que no sabemos si denominar providencia o destino que se encarga de mantener lo que podríamos llamar la vigencia de la ley causa-efecto, aunque nosotros lo llamemos casualidad y no causalidad.

     2016 es el año, no podía ser menos, en el que Lucas Luna visita Nueva York, y en esta ciudad un taxista pone al día a nuestro protagonista de cómo están las cosas en la más reciente vida política en los E.E.U.U. Es así como nos hace partícipes de la realidad de un país de complejidad suma y nos desvela algunos elementos de la actualidad en el llamado Nuevo Mundo.

     Enlazando un poco con lo anterior y ya llegando al término de la novela, hallamos el penúltimo capítulo, La cita, en el que destaca un diálogo a modo de obra teatral, a través del cual unos interlocutores con ideas distintas exponen los pros y contras de nuestro mundo actual tomado por los avances de la tecnología y en el que se pone en serias dudas el futuro de las democracias. Es un combate dialéctico entre dos conceptos de la vida: el que predicaban los filósofos antiguos y este otro cada día más creciente del auge de las redes sociales y de los avances tecnológicos.

     La novela concluye con 2018. El accidente; una reflexión sobre la vida de marcado carácter existencialista.

     Vicente Barberá Albalat, con una prosa ágil, sobria y certera, nos narra las vivencias de Lucas Luna, el protagonista. Sus reflexiones, experiencias y pensamientos, sobre todo, a través de los diferentes viajes que jalonan la obra. Todo ello produce una novela atractiva, con calidad literaria y con un ritmo muy vivo, que provoca en el lector un ávido deseo de continuar leyendo.

                                                                 Juan Luis Bedins

lunes, 18 de noviembre de 2019

JOSÉ MARÍA CANÓS EN LA PRESENTACIÓN DE "LUCAS LUNA" EN CASTELLÓN



Presentación de Lucas Luna, de Vicente Barberá Albalat.

            —Decir, en primer lugar, que me siento acomplejado por los currículos de las personas que me acompañan hoy en este sofá. Yo seguiré mi guión; como me pierda, me encuentran ustedes en la Rambla dels Ibarsos.
            —Me imagino a nuestro amigo Vicente, rodeado de pos-its y poniendo orden como si de un enorme puzle se tratara, para encajar todas esas ideas y mensajes que se le agolpan, y plasmarlas en una novela: UN GRAN TRABAJO, para deleite de los lectores. ¡Hay que leer! Esta novela tienen que leerla. Les diré que en los primeros capítulos, hizo que me acordara de aquella sentencia de Teresa de Cepeda y Ahumada, muy aplicable hoy en día: «Si lees, conduces; si no lees, te conducen». Leer te da criterio, pero no para tener la razón y enquistarte en tus verdades, sino para tener dudas razonadas: empatía.
            —Lucas Luna es una novela costumbrista y psicológica.
            Costumbrista, en cuanto que nos narra una historia en una determinada época y sus personajes y escenarios. Vicente es un enamorado de su tierra: Els Ibarsos, Morella, El Maestrazgo, y La Vallivana, en particular. Un ferviente creyente de brujas y exorcismos…Y Gallos. Y hasta aquí puedo leer.
            Psicológica, porque bucea en el alma de los personajes. No me extrañaría que fueran personajes reales a los que ha cambiado el nombre para no herir susceptibilidades. Yo me pido ser como el tío Angelino.
            En cuanto al estilo, utiliza en profusión el denominado ausente – presente, que estuvo de moda en aquellas películas de Arte y Ensayo que se proyectaba en salas especiales para el público más cinéfilo y crítico.
            —¿Quién es Lucas Luna? Es educador, poeta (no se pierdan la carta de Ángeles «Una semana sin ti»: «Me invade la soledad y la melancolía me hace daño» O, en otro capítulo, cuando quiere describir a una buena moza: «Su cuerpo, magnolia derretida y girasol dorado, se inclinaba perfumando y se entregaba a las olas del viento»), viajero empedernido (Podría ser un guía turístico internacional). Se atreve con la física cuántica cuando nos habla del sueño, de otros mundos, y se vuelve filósofo «en la curiosa reunión de aniversarios» cuando razona sobre la objetividad, subjetividad y la verdad. Todo esto ¿les dice algo?¿Les suena? Con permiso de Vicente, y sin quitarle la parte de inventiva, yo diría que es una obra semiautobiográfica. De todas formas, al final, cuando nos hable el autor, tendrá el derecho de réplica.
            Aunque toda la obra es un compendio de prosa poética con deliciosas historietas, como ya lo conocemos como poeta, yo destacaría su originalidad: «Miré al cielo que me parecía un enorme croissant de nubes amancebadas».
            Sigue siendo original cuando habla del amor: «El hidrógeno y el oxígeno se unen para formar agua». Aunque hay momentos en que nos habla de un amor más carnal; abiertamente de deseo, de sexo explícito. Por momentos me ha recordado al que fuera marido de Marilyn Monroe, Henry Miller con «Trópico de Cáncer» y «Trópico de Capricornio». Sin embargo, al fondo  del amor de Lucas Luna, aun en las escenas más tórridas, siempre encontramos un soplo de espiritualidad, de sentimientos puros.
            Y Sorpresa. De pronto me encuentro con un capítulo sin signos de puntuación, pero no lo he notado hasta llegar a la mitad. No sé si es un experimento innovador o ------- . Me ha recordado al Nobel de literatura portugués José Saramago en «El evangelio según Jesucristo». Aunque no sé si sería del agrado de un corrector ortotipográfico.
            Por último, decir que Vicente, aparte de todas las virtudes que se han resaltado, es una persona,  sencilla, humilde y accesible; tres grandes virtudes.
                                                                                                         José María Canós