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Yo creo que todos mirábamos al cielo desde el día anterior deseando que al siguiente no lloviera porque no pasa nada si llueve, pero si esa noche has de salir a un evento importante, la lluvia es un pequeño inconveniente porque, aunque vayas en coche, en coche no, en taxi porque los coches no pueden entrar a la plaza del Ayuntamiento, siempre se pisa
algún charco, has de ir con paraguas y todas esas cosas incómodas que nos molestan de la lluvia.
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El caso es que hacía una noche estupenda, un poco fresca, propia del mes de octubre que se podía salvar con una chaqueta, y yo tenía la noche libre porque en mi casa y en casa de mami todo estaba controlado, para mí era un auténtico lujo poder ir sin preocupaciones porque era una de las noches culturales más importantes de Valencia y allí iban a estar gran parte de mis amigos y amigas escritores y poetas.
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Así que hablamos
Loli Lara, Directora de la editorial Olélibros y yo y quedamos que me recogería en mi casa como hacemos los últimos años para, en ese rato que dura el trayecto hasta el aparcamiento donde deja el coche, ponernos al día de nuestras cosas. Hablamos muy deprisa porque la distancia es corta, y largo todo lo que nos queremos contar en esos minutos, pero teníamos toda la noche por delante porque tuvimos suerte y nos sentamos en la misma mesa.
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La cena se iba a celebrar en el salón más bonito del Ateneo, el Stolz; cuando llegamos ya había gente en la antesala haciéndose fotos en el “fotocol”, la palabra todavía no está recogida en el Diccionario, así que la escribiré como suena porque es un anglicismo (otro) que se ha impuesto, entre ellas estaba Susana, que forma parte de la administración del Ateneo junto a los que serían los mantenedores del acto Manu y Melania, los tres tan amables y cariñosos como siempre. Yo me hice la loca para no hacerme la foto, aunque al final de la noche Loli y yo nos hicimos una como todos los años y también alguna más con mis más amigos; yo protesto, pero luego me alegro de habérmelas hecho porque es un bonito recuerdo.
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El Stolz lucía esplendoroso con las mesas puestas, los centros de flores adornándolas, las grandes lámparas encendidas y todo dispuesto para una cena de gala de la cultura, qué bien suena. Busqué la mía, este año tenían nombres referentes a la cultura, la mía era Verso y Prosa, para mí ideal porque escribo las dos cosas. Junto a mí iban a estar mi querido maestro del Aula de Poesía y gran poeta conocido por todos,
Vicente Barbera Albalat con su acompañante Chis; Alejandro Font de Mora, con su esposa Malena, la escritora Emi Zanón a la que tuve el gusto de conocer personalmente porque la conocía solo de Redes, encantadora; mi querida Loli Lara y otras señoras a las que no conocía, bueno, estaba Pía Sevillano a la que conocí cuando estaba en el Club de Lectura número uno durante varios años y a la que no había visto hacía tiempo, por cierto, tuvo la mala suerte de que al servir una cerveza uno de los camareros se la tiró por encima y acabó empapada, sus zapatos seguramente no se recuperarán y eran preciosos, pero es lo que tienen estos tiempos de trabajos esporádicos. Pía tiene un carácter ideal, le quitó importancia y siguió el acto, incomodísima, pero lo siguió dejando ver su buen carácter.
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Los invitados, tras las fotos de rigor, iban entrando al salón, iré citando a algunos que vaya recordando. Por ejemplo, una de las estrellas de la noche porque los premios son posibles gracias a él, el editor valenciano
Toni Alcolea Navarro con su esposa Pilar, qué genial es, no paraba de saludar a unos y a otros, lógico, muchos de los libros de los escritores presentes fueron editados por su editorial Olélibros, yo no le dije nada, ya tendría ocasión de saludarle después de la cena.
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Conforme se iban sentando me iba fijando en las mesas y vi muy cerca de la mía a
María Jesús Puchalt Farinós, excelente y carismática escritora, este verano leí su último libro: Dime, Lucía, de qué color es el Mar de la editorial Sargantana, que me encantó y me levanté para ir a saludarla; se alegró mucho de verme, es muy cariñosa además de buena escritora, y fue jurado del premio que se daba esa noche en la especialidad de novela. En la misma mesa estaba mi querido
Vicente Bosch, otro de los principales de la velada porque es el encargado del Área de Cultura del
Ateneo Mercantil de Valencia, sin él quizá esa noche dedicada a la cultura no existiría. Infatigable trabajador organiza conferencias, presentaciones de libros, y mil cosas que no se ven que hace que el Ateneo sea el referente cultural valenciano. En la misma mesa estaba el escritor, últimamente narrador de gestas romanas,
Gregorio Muelas Bermúdez, al que saludé cuando casi estaba acabando la noche, me alegré mucho de verle allí.
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En la mesa principal estaban la presidenta del Ateneo valenciano, Carmen de Rosa con un conjunto dorado que le sentaba divinamente acompañada de la escritora Carmen Posadas, que iba a ser una de las protagonistas de la noche porque se le entregaba el premio de las Letras del Ateneo 2024 por su trayectoria literaria. Y también estaban personalidades de diversas instituciones valencianas que serían las que entregarían algunos de los premios de la noche. Toni Alcolea y su esposa Pilar estaban también sentados junto a ellos.
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A lo largo de la noche pude ver que también estaban compañeros de letras como María Ángeles
López Maríangeles, tan guapa, tan cariñosa, tan adorable;
Juan Luis Bedins, presidente de CLAVE, tan cercano siempre, Juan Ramón Barat, Jorge Ortíz y muchos y muchas más que seguro que me dejo porque es imposible enumerar a todos.
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El ambiente de la cena era de auténtica camaradería, todos charlábamos, nos reíamos, había poco formalismo, queríamos pasar una noche alejada de problemas y lo conseguimos. Después del postre vi que subían al escenario Melania y Manu y que se colocaban delante de los micros. Iba a dar comienzo la parte cultural de la cena.
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Melania y Manu abrieron el acto comentando Manu algunas efemérides de aniversarios de personas relevantes de la cultura, especialmente escritores, decía que La Noche Valenciana de las Letras pretende dar visibilidad a escritores y escritoras, especialmente a nuevos valores. Y enseguida dio paso a la presidenta del Ateneo, Carmen de Rosa quien comenzó dando las gracias por su asistencia a autoridades, medios de comunicación y en general a todos y a todas los que estábamos allí. Dio las gracias a todos los participantes, a los jurados y prejurados y al grupo editorial de Toni Alcolea,
Olelibros.com, agradeciendo que los premios sean una realidad ya consolidada. Y felicitó a los ganadores en su nombre y en el de la junta directiva.
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A continuación, presentó a la escritora Carmen Posadas a quien esa noche se le iba a entregar, como decía antes, el premio de las Letras del Ateneo 2024 por su trayectoria literaria. Habló de su trayectoria como escritora pero resaltó la generosidad y la calidez de la autora, sobre todo su espíritu familiar porque siempre que puede se reúne con sus hermanos, hijos, sobrinos y nietos, especialmente los domingos y, dejando aparte su vida literaria, nos comentaba que siempre ha sido motera hasta que le robaron la segunda moto y dejó aparcada su afición, y también lo que le gusta el baile, especialmente el tango; comentaba que el mayor de sus nietos o sobrinos, la verdad es que no lo tengo claro, ha sido una gran ayuda a la hora de escribir su último libro como documentalista, El misterioso caso del impostor del Titanic, que se presentaba al día siguiente en el local cultural valenciano Vuelo de
Vuelo de palabras Librería.
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Melania intervino después como coordinadora de los premios para agradecer a todos los intervinientes su participación, especialmente a la presidenta, a la comisión lectora, jurados, junta directiva y Olélibros; comentaba lo complicado que es el proceso creativo y que tras enfrentarte a mil cosas, a veces al tan temido folio en blanco has de corregirlo y afrontar esos miedos que surgen de repente hasta que decides presentarlo a un certamen literario, creo que más o menos decía algo así, y es cierto, un trabajo literario requiere mucho esfuerzo, muchas horas a solas con nuestros pensamientos y sentimientos y esos miedos que surgen de repente se han de superar.
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En primer lugar, tras nombrar al jurado, compuesto por Vicente Barberá Albalat, Rafael Soler,
Mila Villanueva y por quien suscribe la presente crónica, se entregó el premio de Poesía; Manu habló del resurgimiento de la poesía y comentó que tras quedar veintiún poemarios finalistas el premio recayó en el titulado El Murmullo del Bosque, cuyo autor es Jorge Fernández, madrileño, quien brevemente agradeció el premio y decía que es una simple reflexión sobre el paisaje. Yo diría algo más como jurado del premio. Es un poemario exquisito en cuanto a la forma y al contenido, versos impecables, descripciones bellísimas, reflexiones profundas, es un libro que te sumerge en la poesía de una forma deliciosa, y el autor es un gran autor con una larga trayectoria literaria a sus espaldas. El premio lo entregó Toni Alcolea de la editorial valenciana Olélibros.
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Después se entregó el Premio al Relato Breve, uno de los primeros premios que instituyó el Ateneo. Concurrieron más de doscientos relatos al premio de los cuales once pasaron a ser finalistas; el ganador fue Mensajes desde el Optotipo, de Santiago Casero, creo que, de Ciudad Real; el premio lo entregó Julia Climent en representación de la alcaldesa de Valencia; el autor agradeció el premio al jurado y al prejurado tan importante, decía, en los certámenes y a todos los que estábamos allí y por la convocatoria del premio. Y nos animó a todos a que nos acerquemos al género del relato.
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Después se entregó el Premio a la mejor novela, comentaba el creciente interés del público por dicho género. Tras nombrar a los jurados, entre los que estaban María Jesús Puchalt,
José Vicente Peiró y Loli Lara, el premio recayó en la novela titulada Los Rubios, escrita por Manuel Dorado, le entregó el premio el diputado de Cultura, Francisco Teruel, en nombre del presidente de la Diputación de Valencia. El autor agradeció el premio y nos contó que, aunque actualmente reside en Madrid, considera Valencia como su patria chica porque pasó su infancia en Chirivella. Nos contó que él siempre ha escrito ciencia ficción y que, cambiando totalmente de registro, la novela ganadora es una novela podría decirse costumbrista o de proximidad, es una historia de barrios, porque se desarrolla en San Blas, el barrio madrileño que es donde él vive actualmente.
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Y por último se procedió a la entrega del Premio de las Letras del Ateneo 2024 por su trayectoria literaria a la escritora Carmen Posadas. Melania hizo un recorrido por toda su obra literaria, desde el primer cuento que escribió por el que recibió su primer premio, hasta su última novela recién publicada, El misterioso caso del impostor del Titanic. Tras la exhibición de un vídeo de la autora sobre su vida personal y literaria, le entregó el premio la presidenta del Ateneo y la Secretaria Autonómica de Cultura, Pilar Tébar. Tras unos momentos de confusión al entregar el premio porque resbaló, las tres mujeres en el escenario lo solucionaron entre risas, un momento complicado que ellas convirtieron en divertido.
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Tras el incidente, Carmen Posadas tomó la palabra y nos dijo que era para ella un orgullo recibir el premio de una entidad como la nuestra porque para ella la palabra Ateneo es sinónimo de cultura y con la casualidad de que el premio llega con la publicación de su último libro donde la protagonista es Emilia Pardo Bazán, primera mujer ateneísta de la historia y que abrió el camino hacia la literatura a tantas mujeres. También dijo que recibir un premio anima a los que los reciben a continuar escribiendo. Valencia tiene un significado especial para la escritora porque la primera conferencia que dio fue de la mano de Manuel Broseta, un recuerdo que le ha marcado desde entonces porque el día que se marchaba de Valencia Broseta se disculpó porque no podía acompañarla al aeropuerto porque tenía clase muy temprano y le dijo que le enviaría un coche. Cuando llegó a Madrid, Broseta había sido asesinado. La verdad es que nos quedamos todos sobrecogidos al escucharla. Terminó agradeciendo de nuevo el premio.
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Melania y Manu despidieron el acto y comenzaron los corrillos. Pude observar muchos saludos, mucha complicidad entre todos, quizá fueran apreciaciones mías, pero el ambiente esa noche fue muy distendido, muy de compañeros, me encantó. Yo disfruté mucho, la verdad, estar en un sitio como el Ateneo con tantos escritores y escritoras conocidos, hablando de premios, de próximas ediciones de libros, de proyectos, de ilusiones en el ámbito cultural, para mí no tiene precio, y hablando de ámbitos culturales, pude saludar a la directora de
Ámbito Cultural de El Corte Inglés, que lleva muchos años trabajando en él y resultó que ya estaba cuando presenté hace años en ese mismo lugar uno de mis ensayos y una de mis novelas, estas reuniones son ideales para recordar el pasado y mirar al futuro.
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Entre saludos, risas, y despedidas acabó la noche, al final nos animamos y varios amigos y amigas nos hicimos algunas fotos en el “fotocol”, antes Carmen de Rosa nos reunió delante del escenario a jurados y ganadores para hacernos la foto de rigor y así quedamos todos y todas inmortalizados para la posteridad.
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Loli y yo salimos a la calle y seguimos de corrillo, aunque unos cuantos casi cerramos el Stolz los últimos que iban saliendo se iban sumando a la improvisada reunión cultural nocturna hasta que al final nos despedimos porque se estaba haciendo tarde y al día siguiente muchos se levantaban temprano para ir a trabajar.
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Al final nos dirigimos las dos hacia el aparcamiento y nos subimos al coche para volver a casa comentando cosas de la cena, de la noche, de fulanito de sotanita y esas cosas que nos gusta hablar después de cualquier cosa. Loli es especial, una buena amiga que se preocupa de dejarme en mi patio porque a esas horas ya no queda nadie por la calle, cuando estuvo segura de que entraba, arrancó y se marchó con su flamante coche rojo tan divino que lucía tanto incluso en la noche.
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Cuando entré a mi casa mi perro salchicha estaba esperándome en mi estudio; entre saltos y ladridos me llevó a la cocina para que le diera su premio de fiel guardián que espera a su dueña que esa noche tardaba tanto en volver, se lo di y más contento que unas pascuas se fue tranquilo a dormir a su sitio habitual. Fue una gran noche, la cultura no está reñida con la amistad, aunque haya sus cosillas entre los que nos dedicamos a las letras, como las hay entre los artistas, entre los músicos y en todos los colectivos donde hay pugna de ilusiones por llegar, también hay amistad y buen rollo como se dice ahora, y vale la pena seguir caminando por el camino de la cultura.
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Dejo algunas fotos hechas por mí excepto la del grupo general que hizo el Ateneo y el grupo de amigos que nos hizo María Ángeles López.
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Hasta la próxima, queridos lectores y lectoras.