Acaba de aparecer la tercera antología de EL LIMONERO DE HOMERO editada por Páginacero Ediciones.
El prólogo ha corrido a cargo del prestigioso y conocido poeta Rafael Coloma.
En esta ocasión adjuntamos referencias al libro y el prólogo del citado escritor.
Poesía de nunca acabar
La poesía es el esfuerzo continuo para expresar
el alma de las cosas.
RALPH WALDO EMERSON
I
El grupo poético El limonero de Homero nos trae una nueva antología –la tercera– en una serie de entregas que, como afirma uno de sus componentes, Vicente Barberá, dan medida de la consistencia como grupo de los poetas que se reúnen periódicamente en el Ateneo Mercantil. Estos encuentros tienen por objeto razonar (y, por tanto, se presupone la posibilidad de estar de acuerdo o disentir) tanto sobre el hecho poético como sobre aquellos criterios para ponerlo en práctica. Y, si esta actividad se
realiza, con el rigor que caracteriza al grupo, la calidad del intento parece asegurada.
El Limonero de Homero cuenta con cinco poetas, un número fijo que no creo que obedezca a ninguna razón cabalística: se me ocurre que tiene que ver con razones de eficacia que permita –entre sus miembros– la fluidez y la sintonía adecuadas, con el fin de que el discurso alcance los objetivos buscados (por lo general, los grupos numerosos tienden a la dispersión, a desenfocar la actividad y los
resultados de la experiencia. Otra cuestión sería un taller literario que comporta otros objetivos, que, evidentemente, no son los de El Limonero). Actualmente este grupo cuenta con los siguientes miembros: Antonio Mayor, Vicente Barberá, Joaquín Riñón, Blas Muñoz y M.ª Teresa Espasa, el miembro más reciente, que se integró a finales de 2011 en sustitución de José Luis Prieto.
Esta publicación reúne obra de los cinco poetas del grupo: cada cual ha incluido la secuencia de poemas que ha estimado oportuno. Cabe señalar que cada poeta comienza su parte con un breve texto introductorio en el que se abordan –entre otras cosas– cuestiones que justifican sus versos o explicitan aspectos relacionadas con la poesía: constituyen cinco instructivos prólogos en sintonía con lo que viene después.
En estas introducciones se habla de muchas cosas: Antonio Mayor da cuenta de su enraizada relación con la lectura, con el oficio de poeta y de sus correrías en el mismo. Vicente Barberá hace un breve apunte histórico, siempre necesario y clarificador. M.ª Teresa Espasa habla de la importancia de “los que no tienen voz” y la urgencia de que sus puntos de vista y sus logros lleguen a la sociedad: actitud muy coherente con su vocación de difundir la cultura. Joaquín Riñón reflexiona sobre su reciente incursión en el oficio de escribidor de poemas con la entrañable ingenuidad –que no desdice su rigurosa profesionalidad– de un adolescente. Blas Muñoz Pizarro, hombre exacto donde los haya, hace una serie de precisiones sobre los títulos de algunos de sus libros anteriores y sobre los poemas que figuran en esta antología.
Rafael Coloma |
II
El denominador común de la pertenencia de estos poetas –buenos poetas de larga trayectoria: muchos con una gran presencia literaria– a El limonero de Homero es de carácter pragmático, en el sentido de que les une una praxis –y lo que ello conlleva– en torno a la creación poética, pero no comparten –a mi modo de ver– ningún presupuesto programático de crear un movimiento o estética común que los haga homogéneos y reconocibles como grupo. Cada uno tiene su propia estética y sus modos de entender la poesía.
III
Cinco voces diferentes –que se mueven en la complicidad, en la dialéctica de hacer poesía– conscientes, como cualquier poeta que se precie, de que la poesía –como afirmaba Ralph Waldo Emerson– es el esfuerzo continuo para expresar el alma de las cosas: hacer poesía, supone el supremo intento de ocupar los vacíos entre los elementos: incluso entre los iguales. Es tratar de ordenar o señalar o, simplemente, nombrar todo aquello que se escapa, que nos falta, en un universo mediatizado por un difuso sentimiento de carencia.
Se me ocurre que estos cinco poetas –al igual que otros poetas– sienten que los poemas –como las pulsiones de la vida– nunca están acabados (por convención, o para no perder el oremus, hay que cerrar filas y poner un FIN más que interrogativo). Viene a cuento lo que decía Paul Valéry: un poema nunca se acaba, simplemente se abandona. Se abandona sin estar seguros de que no volvamos a él: a este juego que tiene un mucho de cuento –en el caso que nos ocupa, de poesía– de nunca acabar. Estamos –como en cualquier praxis poética– ante cinco poetas hacedores de visiones que surgen en su privacidad:
visiones que forjan un discurso que, como mucho, se explicará a medias con aquello que intenta diseccionar. Como mucho, se hará con los síntomas fugitivos de la inmediatez. Y es que cualquier intento resulta escaso ante el fluir la realidad.
Y, en este juego de la poesía de nunca acabar, se encuentran –cómo no– nuestros cinco poetas de El Limonero de Homero.
RAFAEL COLOMA
Agosto 2012
4 comentarios:
Interesante espacio, un placer,
que tengan una buena semana.
saludos.
Gracias Ricardo. A ver si vienes a la presentación.
Un abrazo.
Excelente prólogo de Rafael e inmejorable contenido poético. Os deseo un éxito merecido después de haberlo leído. Felicidades Rafael, Mª Teresa, Vicente, Blás, Antonio y Joaquín, por tan hermoso trabajo.
Gracias Ramón. Ahora te queda leer LESBOS y comentar qué te parece el poema de Sylvia Plath.
Un abrazo.
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