Mi buena amiga Encarna Beltrán-Huerta, presidenta de “Amigos de la
Poesía”, me ha dedicado su poemario HEBRAS DE MADRUGADA. De él escribe su
prologuista Rocío Villalonga: Cuando se
ha vivido intensamente, intensamente también se ama y se sufre, el alma se abre,
se despliega, se esconde, gravita, se hunde, fluye, se arrasa, y cada herida la
torna más fuerte y más sabia, más serena y más valiente, más miedosa y más
capaz, porque es conocedora de los miedos, es conocedora de la otredad y ella
la hace más capaz para entregarse de nuevo, sin reservas pero con tiento.
El libro está
lleno de poemas de amor, desamor, amargura, tristeza, erotismo… Es una muestra
viva, con lenguaje que a veces sorprende, de los abrojos presentes en la vida
amorosa, de pasión, de desengaño, de ilusiones rotas… Abrojos que duelen como
nos dice en “Amaron despacio”:
Pobres latidos de amor traicionero,
callados para no doler
y doliendo por callar.
callados para no doler
y doliendo por callar.
Gracias, Encarna, por el regalo, y feliz verano.
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