Estimados amigos.
El pasado sábado a las 4 de la mañana ya no podía dormir. Me
ocurre frecuentemente en verano cuando el calor se pega a mis costados y el
sudor me invade. Entonces estiro el brazo y, a ciegas, coloco mi dedo índice
sobre el botón de búsqueda automática de la radio portátil, que me acompaña en
la cama, y presiono cuando oigo una voz. De pronto el indicador numérico se
para en la señal de RNE-R5-España a las 6
de la mañana, y escucho el saludo cotidiano. Todos ellos son una
extraordinaria inyección de ánimo para iniciar el día aunque no hayas pegado un
ojo. Para terminar el mensaje, el locutor dice: “¡Cuándo serán noticia la
caricia y el beso!”. ¡Vaya hermoso alejandrino con que nos deja! Me quedo con
la frase y me recreo: “¿Cuándo serán noticia la caricia y el beso?” La verdad
es que estamos fatigados, tenemos los tímpanos cansados de oír tantas
calamidades y miserias.
¡Que no se lleve nunca
la tristeza los besos y caricias! ¡Que los duendes invadan y alegren nuestro
sueño!
MADRE
A María Teresa Espasa
¿Cuándo vendrá la noche
con su tenue dulzura
para alegrar tu rostro,
para soñar con duendes,
con su tenue dulzura
para alegrar tu rostro,
para soñar con duendes,
con besos,
con caricias,
y así no vuelva nunca la
tristeza?
Tus arrugadas manos
son débiles recuerdos de antiguas esperanzas,
son débiles recuerdos de antiguas esperanzas,
son nudos de otros árboles,
son fragua de otros hierros.
son fragua de otros hierros.
Y en tus ojos se ve,
perdido en la espesura,
un grito, un desespero,
un corazón herido
en la senda inclemente
del túnel que te espera.
un grito, un desespero,
un corazón herido
en la senda inclemente
del túnel que te espera.
(De Después del amor, Olélibros,
2018)