EL ABRAZO
A Irene
Abrázame otra
vez.
Estrecha,
sin pedirlo,
de nuevo aquí mi
cuerpo en este día
donde arden
junto al fuego
el tiempo y sus afanes,
y sea yo materia
junto a ti
que vence en
este instante a la tristeza,
la música que
nunca pudo silbar la muerte.
Regálame los
nombres olvidados,
el antiguo rumor
del viento entre
las hojas
en el centro
inocente de tu amor.
Devuélveme, hija
mía, con tu beso
los besos que no
di,
las
palabras calladas
y las frutas
mordidas bajo el sol de otras tardes,
pues hoy tu
cercanía generosa
y la rosa
perenne de tu risa
me enseñan, en
el pasmo del presente,
la real
superficie de las cosas.
Abrázame otra
vez
con esa
fuerza apenas
de débil animal
que se guarece,
y ofréceme tu
olor de bosque intacto
donde cae la
lluvia y se demora
la luz bajo las
nubes sobre el mundo.
Disipa con tus
risas la humareda
espesa de los
días que pasaron,
y vea yo en tus
ojos lo que soy
después de lo
que fui,
después de lo
que siendo se ha perdido.
Pues hoy lo que
yo soy se me aparece
reflejado en las
aguas de tus ojos,
y el minuto que
vivo entre tus brazos
me desvela el
sentido
del mundo
que viví.
No hay comentarios:
Publicar un comentario