¡Ay ilusión
compañera en mi camino
y faro de mis silencios!
y faro de mis silencios!
Ahí estás todavía
empujando mis pasos
y abriendo mis manos endurecidas.
empujando mis pasos
y abriendo mis manos endurecidas.
Contigo, en cualquier sitio y circunstancia,
encontré las semillas de la tierra.
encontré las semillas de la tierra.
Muchos mundos hemos recorrido juntos,
muchos pueblos conocido
y, mezclados con la gente,
hemos sabido encontrar
senderos de esperanza.
muchos pueblos conocido
y, mezclados con la gente,
hemos sabido encontrar
senderos de esperanza.
No sé si me acompañarás
cuando mis pies ya no me muevan,
las palabras ya no me nombren
y mis manos se cierren para siempre.
cuando mis pies ya no me muevan,
las palabras ya no me nombren
y mis manos se cierren para siempre.
No sé si me acompañarás.
Tal vez entremos juntos en el reino del misterio
donde nada se sabe
y del que no se vuelve nunca.
Quizá entonces podamos encontrar
esas voces ocultas del silencio.
Tendremos todo el tiempo del mundo.
02-02-10
9 comentarios:
Hola Vicente:
La ilusión; esa compañera que viaja junto a nosotros en nuestros silencios, en nuestras necesidades, en nuestras expectativas...
Ten siempre la maleta de la ilusión preparada porque ella siempre viajará contigo a donde vayas. No la pierdas de vista, tenla junto a ti y no le digas adiós pues te queda mucho camino por recorrer.
Un fuerte abrazo:
Antonio
"Ahí estás todavía
empujando mis pasos
y abriendo mis manos endurecidas"
Muy bonita esta estrofa. Me ha llevado a reflexionar que un existencialista seguramente te replicaría que eres tú quien la empuja a ella, que te la han dado para que tú te hagas cargo de su existir. ¿Quién acompaña a quién? ¿Dónde la frontera entre el abandonar y el abandonarse?
Gracias C-K. Gracias por tu comentario tan inusual..., y por tus preguntas que hacen verdaderamente pensar.
Para mí existe una gran contradicción entre la ilusión y la felicidad. Sin la primera difícilmente se podrá ser feliz, pero con ella tampoco hay ninguna garantía. La única frontera es la muerte.
De todos modos no está de más abandonarse de vez en cuando. Un abrazo.
Cuando hay miedo a ese límite del que hablas, el epicureísmo trataba de neutralizarlo diciendo que mientras somos la muerte no es y que cuando la muerte es ya no somos.
Lo primero es verdad cuando es compañera la ilusión. La huella que deja el abandonarse podría hacer falso lo segundo.
Precioso tu poema.
M-K, ¿has pensado en lo vacía que queda nuestra vida cuando se pierde o no se consigue una ilusión. No es que uno se quisiera morir pero a veces piensa en la inutilidad de la vida y acepta esa idea tan cruel de "tener que morir", que sólo se ahuyenta cuando se quiere vivir?
Epicuro era un hedonista. Hizo bien en abandonar a sus coetáneos fatalistas y no digo que se pasara. Todo depende de cómo entiendes la vida y ese más allá tan misterioso, ¿no crees?
Antonio, gracias por tu comentario.
No está mal la idea de la maleta, ¿pero no crees que hay ilusiones "buenas y malas"? Las ilusiones nos ayudan a vivir sobre todo cuando nos engañamos, pero hay algunas que nos obsesionan y no podemos alcanzar. Contra éstas hay pocos antídotos.
Un abrazo y feliz verano.
Sí, efectivamente la concepción que se tenga del "no estar por aquí" influye mucho en cómo nos posicionemos ante el hecho de vivir. A la inversa también. Decía Cela que la muerte no le daba ni frío ni calor porque le parecía algo vulgar.
Las emociones son cambiantes y una ilusión que se precie necesita un sustrato racional para tener solidez y cierta estabilidad. No hay que confundirla con el estado de ánimo aunque en cierta manera participe de él. Querer hacer cosas es mantener la ilusión independientemente de los devaneos de la nostalgia. Pensar y sentir,todo en una medida prudente...
Si a Cela la muerte no le daba ni frío ni calor, y para él era algo vulgar, es que 'tenía dónde caerse muerto'. Depende de para quién, la muerte puede ser muchas cosas o nada. Pero lo que es indiscutible hoy en día (y en nuestro país) es que es un negocio: seguros, notarios, hacienda, etc.
Gracias anónimo, ¿pero quién puñetas eres?
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