(Semblanza de Joaquín Riñón, poeta de EL LIMONERO DE HOMERO).
Joaquín representa la síntesis y la concreción de la idea. Si sus poemas son breves, sus versos contienen el rasgo, la línea de su pensamiento. Es el poeta que mira hacia dentro, hacia el interior. Su poesía es de auscultación, a veces lánguida, otras triste, pero de esa nostalgia dominada por el pesimismo brota la pureza de su pensamiento.
Se dice que el alma sólo es posible describirla desde la tristeza. Posiblemente porque nuestra cultura judeo-cristiana nos exige más penitencias que gozos. Lo cierto es que la poesía de Joaquín expone la conciencia suya y de nuestra época. También hay escepticismo, incertidumbre y paciencia, los pilares de nuestro tiempo. Tiene la capacidad de poetizar lo cotidiano con palabras e ideas que se tornan espirituales en la conciencia de quien lee o escucha sus poemas. (Ricardo Llopesa).
(En la foto, Ricardo Llopesa, sentado a la izquierda, con poetas de EL LIMONERO DE HOMERO).
AL FONDO
Siempre están los hilos.
La maraña de hilos
que la memoria ensambla por analogía.
CHANTAL MAILLARD
Al fondo, como gotas
que germinan de verde luz,
se va hilvanando, gris y gris, la bruma
del valle.
Su cuerpo flota en mí como una sombra
en el eje celeste de mi efímero azul:
la permanente voz que tiembla ante el vigor
de su profunda hondura.
Ese rumor de mediodía antigua,
ese hilo que hila el fondo interminable
de los recuerdos
más allá
de las raíces de la tierra.
Al fondo, donde nunca hemos sabido
ver la luz de la piel que arde en los cuerpos,
ni el sol cuando respira entre nosotros
para darnos su sangre.
Así yo,
junto a la verdad de mi valle
donde todo lo grave vive
atemperando el fondo.
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