(Semblanza que hace Ricardo Llopesa).
Es el poeta de la alegría. Sus poemas parecieran escritos bajo la consigna de Lope, para quien los poemas de amor debían escribirse en redondillas y en romance los festivos. En cuanto a las formas, Vicente es un compañero del soneto y los escribe tan bien porque los temas están sacados de la vida real. Destaca la amistad, el amor, la familia, escritos un lenguaje correcto, equilibrado, en busca de la precisión, donde destaca el color y la plasticidad.
Su latinidad queda reflejada en su poesía mediterránea, un mar cerrado por los cuatro costados, dado para la reflexión, la ensoñación y el gozo. Esa mirada telúrica que contempla la inmensidad le sirve a Vicente para elaborar una poesía sincera y fiel a sí mismo, tanto como para elaborar ese juego de artificio de las metáforas y que sólo son palabras.
A MIS HIJOS
No quiero que sufráis
un desengaño incierto
cuando la muerte cierre
el flujo de mi vida.
Si nubla vuestra vista el humo de la cera
pensad en que fue hermoso todo lo que pasó
y apartad esas lágrimas,
¡que no apaguen las velas!
No permitáis que nuestra despedida
sea una noche oscura
y tizne vuestros rostros de amargura.
Abrid todas las ventanas. Dejad
que una luz nueva ilumine mi cara
para que recibáis
mi última sonrisa.
(En la segunda foto, Ricardo Llopesa en primer plano, en el momento de presentar el recital en Bibliocafé).
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