LA VIUDA
Donde mi viuda va
se abre como una sedienta flor blanca bajo la luna.
Cabecea una góndola fúnebre entre cisnes venecianos.
Con la gran nube sentada sobre su rostro,
que se abre bajo una luna blanca,
mi viuda va con antifaz de asfalto.
Una sonrisa de caracola
escayola su rostro de carnaval.
Giácomo y Marco nadan
escoltando el catafalco
donde mi viuda va embalsamada
en el aire podrido de Venecia.
(Leda y dos cisnes venéreos.)
El embudo vocabular ase Fellini,
y grita como pedrisco sucio sobre un paladar blando:
¿a dónde esa viuda va?
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