jueves, 4 de junio de 2020

VEINTE PRIMAVERAS MENOS


“La intuición es el tesoro de la psique de la mujer. Es como un instrumento de adivinación o una bola de cristal, por medio de la cual la mujer puede ver con una misteriosa visión interior”. Así empieza Clarissa Pinkola un capítulo de su libro Mujeres que corren con los lobos, un ensayo en el que la autora indaga sobre el interior y la conducta femenina como  arquetipo de “La Mujer Salvaje”, basándose en cuentos cuyo contenido explica de manera psicológica principalmente a semejanza de lo que hizo Freud con los sueños. Lo que me interesa resaltar es la circunstancia del valor que da a la intuición en la mujer. Particularmente creo que es una característica destacada y envidiable que para mí quisiera yo. La intuición en la mujer llega a extremos insospechados. A veces es capaz de predecir acontecimientos, adivinar situaciones y conductas —por indicios, supongo— propios de un ser privilegiado. Los que no tenemos esa habilidad hemos de darle vueltas a la cabeza esperando que la razón nos dé la solución a nuestros problemas. Y muchas veces no lo conseguimos. No tenemos más remedio que esperar a que la benemérita inspiración nos eche una misericordiosa mano para escribir algún poema o tirar nuestros versos a la papelera después de varias horas de inútiles esfuerzos.
            Y no importa la edad:


VEINTE PRIMAVERAS MENOS

Cuesta abajo en mi rodada
Alfredo le Pera

Si yo tuviera 20 primaveras menos,
y sintiera en la noche
tu aliento entre las sábanas,
y un beso de pasión en nuestros labios
me diera el verde amor del que hoy no gozo
y en la luz del ocaso te viviera…

Si yo tuviera 20 primaveras menos
bebería en tus senos de petunia,
cubriría de versos tu mirada,
te ofrecería, amor, toda mi vida.

Hoy, en mi opaca soledad,
sólo tengo añoranzas que ofrecerte.

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