miércoles, 7 de mayo de 2025

ANDRÉS MORALES


ANDRÉS MORALES

Aniversario de su intervención en 

POETAS EN EL ATENEO

Poemas de su Antología personal (1982-2022) (Olé Libros, 2022)


196

Visión en la desdicha

(Himno y vaticinio)

Un ángel derrotado y un paisaje en calma, en medio del desierto que llama y no nos vuelve. Una luz que grita porque no tiene noche y atrás de todo esto: el llanto de un muchacho.

El óxido del tiempo comienza a recorrernos y luego nos fractura en este rito extremo.

Hundir todas las naves parece lo más cierto.
Partir con ese ángel de aquella espada rota.

¿Acaso la esperanza habita en estas horas?
¿Mueve el sol el ritmo callado de las piedras?

Un pájaro madruga y el cazador aguarda; un millón de muros revientan este día... Y nada ya acontece, nada despedaza. El mundo se desliza por el sentido inverso.

Aún así el muchacho se yergue en su sonrisa, de águila y de estatua, buscando el paraíso.


203

Epístola de Lucio Celio Galba a Claudio, Senador de Roma

“Mi muy querido Claudio:

Las frutas por fin están maduras. Todos los asuntos, poco a poco, se han resuelto: aquella infame rebelión y Viriato, su caudillo; la escasez del agua; el pago de tributos, hasta esa sensación de vino rancio, al vivir lejos de Roma parece, se diluye, en las siestas largas de las tardes calurosas”.

(Dicta mi Señor después del Baño,
después de ceremonias repetidas,
dicta, dicta, dicta, como siempre).

“Lucrecia te recuerda con cariño. Los hijos crecen como la hierba en los templos de Sicilia. Aquí, en la monotonía de la provincia castigada, nuestra paz permite la insípida alegría de los últimos días de una juventud que se termina”.

(Sus manos gesticulan y la copa
vierte algunas gotas de su agua.
Agua como sangre entre sus dedos,
sangre derramada por sus gritos,
su ejército inclemente, sus órdenes absurdas).

“Pienso en regresar y, es esa, caro amigo, la razón de ser del limo que respira detrás de estas palabras como un ruego. Se acumulan las labores y el tiempo se hace escaso, por eso solicito tu ponderara intervención ante el Senado”.

(Los campos ya resecos bajo el águila y la espada.
El Mercado Antiguo sin pan ni mercancías.
Las calles donde el odio recorre cada casa.
Las aves carroñeras destrozando nuestros muertos).

“Así, querido Claudio, me despido. Esta nota solo quiere recordarte este inmenso afecto que nos une. Aquellas noches frescas junto al Tíber en el triclinio amable en casa de Petronio”.

(Y el óxido cruel que habita en cada puerta,
y el miedo de las noches y el paso de la guardia,
y el silencio negro que cierra cada boca).

“Después de todo esto, cualquier cosa, por pequeña o grande en el oficio, lo que sea para entonces regresar… Recibe el abrazo de tu hermano, que te extraña agradecido,

Lucio Celio Galba, Prefecto de Numancia”.

(A Jaime Siles)


233

Ubi Sunt

Un mundo que ya no conozco.

¿Dónde están los maestros de las piedras,
aquellos que domaron los colores?

¿Dónde están, dime, no los príncipes
ni las águilas de imperios ya caídos,
sino el que quiso quebrar a la palabra,
el que hundió sus manos
en la música del agua?

Tal vez en las alturas
o en el infierno mismo.

Yo sé que no conozco al mundo en su derrota.



242

II

“Cree que el mundo está hecho
de miles de rejas y, más allá, la nada”.

Y están lleno de rejas,
el ciego, el mudo y el banquero,
la esposa que aguarda la golpiza,
el niño sin juguetes,
el cielo que nos cae
y el mar que nos encierra.

Lleno de rejas, la cárcel del lenguaje,
lleno de rejas, el hombre sin mujer,
lleno de rejas, el hombre sin su hombre,
la mujer sin la mujer,
lleno de rejas, el enfermo ya sin cura.

La pantera cierta, desvaída, cierta,
la pantera llora acero y despedidas,
la pantera muere un poco más por su mirada.


264

MECÁNICA DE OLVIDO


(Zagreb, 2021)

Cada mañana,
a las seis en punto siempre,
Anna saca sus flores
en sus pequeñas macetas.

Cada mañana limpia la ventana
en el viejo ministerio
ahuyentando a las palomas
que ensucian su paisaje.

Anna observa la calle,
el parque, la avenida
y divisa un hospital
lejano en la distancia.

El mismo que aparece
ahora en su memoria,
u otro -ya no sabe-
distinto e imborrable.

Aquel de la ciudad
de Vukovar, lejano.

Aquel donde hace tiempo
perdió toda esperanza.

Aun así, cada mañana,
a las seis en punto siempre
Anna saca sus flores
en sus pequeñas macetas.




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