De izquierda a derecha: Vicente Barberá, José Luis Prieto, Joaquín Riñón Rey, Antonio Mayor y Ricardo Llopesa. |
V
Vivir solo en el mundo es como contemplar un solo mundo.
Sin consuelo. Sin tránsito.
El vacío recorre tu existencia.
Y aceptas la derrota como un hábito.
No preguntas. No añoras.
Avenidas desiertas señalan tu camino.
Alguna vez
escuchas el goteo de la lluvia, los acordes lejanos de las olas
del mar, la voz del viento enredada entre manos delicadas
que te acarician cuando estés despierto.
Pero no estás alerta.
Sigues oyendo el peso de tus labios.
No olvidas el lenguaje de la piedra en tu pecho
hollado, ni la luz cruzada de la llama,
ignorando que el fuego del verbo quema siempre,
y sus cenizas tienen su propia ley de vida.
(De MEMORIA CREPUSCULAR, en El Limonero de Homero III, 2012)
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