domingo, 11 de enero de 2015

DE AMOR Y SOMBRAS


SEMBLANZA DEL AUTOR HECHA POR Blas Muñoz Pizarro:

BLAS MUÑOZ PIZARRO
Unas breves palabras son insuficientes para acompañar a Vicente Barberá en esta primera entrega en solitario de sus poemas. Sin embargo él así lo quiere de sus compañeros de tertulia literaria y, cuando Vicente quiere algo de nosotros, sólo nos queda complacerle de la mejor manera posible. En este ejercicio de síntesis, difícil será que no coincidamos unos y otros (Mª Teresa, Antonio, Joaquín y yo mismo) al ceñirnos, en poco más de una página, a los aspectos más relevantes de su relación con nosotros y de su obra. Por eso voy a permitirme transitar por los alrededores secundarios de estos versos como cuando uno callejea por las calles menores que enlazan las grandes avenidas paralelas y se fija en los detalles que las guías de viaje no contemplan.
            En esta antología personal, Vicente ha preferido reunir  sus poemas de una forma insólita, ordenándolos alfabéticamente por su título o por el primer verso de los no titulados. Quien no conozca a Vicente podría suponer que en esta decisión se oculta un deseo de esconder su evolución, desde los poemas más lejanos (unos pocos están fechados y se remontan a su juventud) a los más recientes; quien conozca a Vicente, sabrá, por el contrario, que éste es uno de sus rasgos más definidos y presentes en su obra académica y ensayística: el orden y la clasificación, no como rutina sino como método de trabajo sobre el que construir algo sólido. Por eso solemos, en El Limonero de Homero, dejar en sus manos y en su capacidad de organización la necesaria tarea de las relaciones públicas y de los recitales.
            Esta ordenación alfabética permite, como virtud no desdeñable, que podamos hallar en cualquier conjunto breve de sus páginas, abiertas al azar, la mayor parte de los asuntos que a Vicente le interesan y casi todos los registros formales por él utilizados, ya mezclados por la misma aleatoriedad de su ordenación. Así, sin salir de las páginas iniciales, vamos a encontrar, junto a los grandes temas troncales de su poesía (que supongo mencionados por mis compañeros: la infancia y el paso del tiempo; el amor, la familia, la solidaridad; los viajes, los paisajes, la naturaleza…), otros que sólo voy a nombrar, ya que no es posible comentarlos.
Participantes en el recital-presentación del libro, celebrado
en el ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA
            Algunos de ellos son subtemas de uno o varios de esos temas troncales: la amistad (“Amigos”); un amor antiguo, en un poema datado en 1965 (“Aquel oculto beso que te di”); el erotismo (“Amor secreto”); el amor como salvación personal (“Apareciste en mi silencio”); la ciudad como subtema de la naturaleza; el “carpe diem” (“Aprovecha el tiempo que te queda”, “Carpe diem”)…
             Otro grupo estaría formado por temas menos frecuentes en su obra, pero independientes: la religión o lo sagrado (“Hodie mecum eris in Paradiso”), tema recuperado en poemas posteriores (“Llorar”, “Súplica”); el elogio de la razón (“Atenea”) y de sus contrarios, la fantasía (“Bailarín de bronce”) o los sueños (“Cuando vuelva a Nueva York”); lo opuesto como complementario (“Juego de contrarios”)…
Otros, en fin, son transversales y pasan por muchos de sus poemas tiñéndolos de soledad (“¿Colgaste el teléfono?”, “Cuando estabas aquí”), melancolía o nostalgia (“Se quebró en un suspiro”), felicidad (Bodhichitta”) o positivismo (“Me queda”).
            Y todo esto en un abanico de formas y de registros formalmente impecables (verso libre, romances en endecasílabos rimados, silvas en versos blancos, sonetos clásicos, sonetos blancos, cuartetos en endecasílabos blancos, romance en cuartetas…) en los que el yo lírico (el de “A veces”) puede transmutarse en un tú dialógico del propio yo (“Aprovecha el tiempo que te queda”) o en un tú referencial, con frecuencia el del ser amado (“Apareciste en mi silencio”). Otras veces, la tensión del poema se remansa en la tercera persona de la narración o la descripción lírica (“Amor secreto”).

           Otros escarceos por esos aledaños menores nos llevarían a las citas (Santôca, Silvia Plath…) o a las dedicatorias, por ejemplo. Basten estos apuntes, por ahora. Con mi enhorabuena al poeta y al lector que tome entre sus manos estos poemas: toda una vida.

(Fotos de Virgilio Fuero).

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