EL ÚLTIMO GESTO
Que el último
gesto fuera
sencillo y
sosegado,
ofrenda de
silencio,
ligero como
niebla sobre el aire.
Que el último
gesto fuera
alivio y
abandono,
temblor de ala
vencida,
el roce de una
mano en la corriente.
Que poseyera
la mínima
violencia con que un pétalo
marchito se
desprende,
la gracia
natural con que el felino,
al reposar,
pliega sus patas.
(poemas
del libro: La durmiente – Edit.
Pre-Textos 2013
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