COMEBOLSAS
Espero que este libro no sea leído jamás
Marguerite Yourcenar
Tampoco en estas cosas es lo mismo:
los ricos sola y buena,
los pobres con alcohol y muy
mezclada.
Las comebolsas lo saben:
te miran el reloj y los zapatos
y, si encima conduces un buen coche,
se te pegan al cuerpo y no te dejan
hasta que las invitas a unas rayas.
De pasta andan muy cortas,
por eso dejan a los tíos
más chulos en la pista
y se vienen contigo.
Las he visto muy jóvenes
montarse con un viejo en un Mercedes
camino de una noche más oscura.
A mí, concretamente,
las que visten peor me ponen mucho:
un hotel poligonero les parece gran
cosa.
Jamás se han visto en otra y es la
tuya;
medio gramo y ya vuelan
dos gramos y te dejan medio muerto.
Las puedes encontrar siempre los
viernes.
El sábado en la noche y el domingo
lo pasan en el barrio, con su novio,
limpiándose la culpa y la tristeza.
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