sábado, 14 de diciembre de 2019

COMENTARIOS DE UN AMIGO: RICARDO GUTIÉRREZ BALLARÍN


 

La mayor parte de los que estamos aquí estamos jubilados. La jubilación nos da una libertad que sin excluir ciertas obligaciones, nos permite dedicar el resto del día a lo que nos apetece. Hoy se publican muchos más libros, pero entre los ilustrados inspectores jubilados, soy de la minoría de compañeros que me dedico a escribir, así que me vais a permitir que os hable de libros cercanos.

Recibí dos libros de Vicente Barberá Albalat
Desde que escribo libros propongo hacer intercambio de obras con amigos próximos. Así he hecho con Zacarías y su trilogía Las dos guerras de Aurelio Ríos, La pertinaz sequía y Apartamento con vistas al mar (con crítica incluída y publicada de alguno), con Concha Vidorreta y sus libros de texto, con Demetrio Fernández González y su Sinfonía de Praga y con Alfredo Mayorga en la Visión personal de un Propagandista. Amén de otros autores que no cito por no ser inspectores.
Últimamente le propuse a Vicente Barberá Albalat intercambiar dos de los nuestros y aceptó. Yo le mandé Los Inicios de la escolaridad obligatoria y Soldado en el Gómez Ulla. Y él me mandó uno de poemas titulado De amor y sombras escrito en 2014, y la novela que lleva por título Lucas Luna, uno de poesías y una novela. Los retiré de Correos y al llegar a casa vi que me los había dedicado, en la la novela me puso A Ricardo, con afecto, esperando que disfrute con las aventuras. 

No me gusta dedicar libros
Yo los míos se los mandé sin dedicar. En mi entorno acudo a una biblioteca en la que a la entrada hay un rincón que llamo el Rincón de los libros muertos. Buenas obras permanecen en él sin que las coja nadie. Me da pena comprobar la indiferencia hacia los libros que ha producido la actual cultura audiovisual. Pero los que más pena me dan son los que al ojearlos compruebo que están dedicados, porque ya no solo es el desprecio al libro, sino al afecto de una persona que escribió una frase afectiva.

Al llegar a Casa, después de recoger los libros de Correos, mi mujer y yo les echamos las primeras ojeadas deteniéndonos más en el de poesías. Leímos varias y la verdad es que nos gustaron. Pero al día siguiente empecé a leer la novela y de lo que llevo leído a mi juicio es más poeta que novelista.Vicente tiene dotes poéticas que las patentiza no en la juventud enamoradiza, cuando de poetas, quijotes y locos todos tenemos un poco, sino en su jubilación.

Dejé de leer a Vargas Llosa por leer a Albalat
Estaba leyendo Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa, que trata sobre una planificación de prostitutas para el ejército en el Amazonas. Lo dejé por leer la novela de Albalat. Hay publicidad de libros, revistas sobre crítica de libros, suplementos como Babelia en El País o El Cultural de El Mundo por ejemplo, que nos dicen lo que hay que leer o destacan determinadas obras, pero por muy bien que los pongan prefiero leer las obras de los escritores cercanos como las de ZacaríasVicente Barberá y otros. Así que dejé la de Vargas Llosa y empecé con la de Albalat
Respecto a la novela que lleva por título Lucas Luna me está produciendo la impresión como si fuera un diario del autor que se esconde con ese nombre. Amistades, ligues, viajes, vivencias varias apartadas por años se acumulan en su contenido: París en autoestop en tiempos en los que los curas desde el púlpito lanzaban sermones contra el pecado de la carne y amenazaban con castigos inimaginables, Eva si primer amor, Rusia país en el que descalifica al comunismo por su miseria y opresión; viaje en tren de los de entonces a Madrid, el trabajo como voluntario en las Hulleras Anexas de Sabero; África y el hotel Gorongoro; su encierro en un calazobo; su matrimonio en 1965 en Alemania, el nacimiento de sus dos hijos y el traslado del domicilio conyugal a Barcelona; su separación; crítica a la República Democrática Alemana; agregado de Educación en Alemania en 1982; el informe con la secretaria que entrega después de una noche de placer; Jordi que firmó su cese y lo califica como una puta rata de cloaca; las turbulencias en un avión; el recorrido por la península con su Mercedes; su primer poema que le inspiró Mabel; su visita a Argentina y en especial al glaciar Perito Moreno, su viaje al extremo Oriente, a Méjico...y hasta aquí es lo que he podido leer hasta ahora.

Lo autobiográfico de las novelas
A diferencia de los ensayos a los que yo me dedico preferentemente, en los que tienes que documentarte para tratar de ser objetivo, si sigo con salud no me voy a quedar con ganas de ensayar otros estilos, porque la novela permite dar más suelta a la imaginación.
En los medios de comunicación social se distingue lo que es noticia de lo que es opinión, en las novelas hay realidad y ficción. La novela estará mejor o peor escrita pero a diferencia del ensayo, permite poner verdades y lo que se te ocurra como resultado de los recuerdos e imaginación, sin que nadie pueda tacharte de falso, erróneo o mentiroso. Dice Manuel Rivas que las novelas, en especial las primeras, son casi todas de tipo personal, y de las que leo veo que tiene razón. En la novela de Demetrio Fernández González Sinfonía de Praga traspira las aveturas de cuando fue destinado allí como agregado cultural. Como ha hecho Vicente Albalat cuando estuvo en Alemania, o como pudo haber hecho Pedro Caselles en su destino argentino

Albalat dice en la sobreportada del libro ¿Quién es Lucas Luna? ¿Un incorformista un tanto alocado que se poner la vida por montera para vivirla en libertad? ¿Un nostálgico del tiempo pasado que sin darse cuenta, rememora en momentos de soledad?

La biografía que se da de Vicente Albalat

En el doblez de la portada del mismo libro se da una pequeña biografía del autor, nacido en Els Ibarsos (Sierra Engarcerán), ha sido maestro, director escolar, profesor de educación secundaria, profesor de universidad e inspector de educación. Vicente Barberá  nació en 1937, en el año 1982 era subdelegado del Ministerio en Barcelona, se conserva en plena forma, y en las fotos que publica se le ve feliz. Doctor en Ciencias de la Educación ha impartido cursos y conferencias en varias universidades y ha escrito más de treinta libros. En 1978 obtuvo el Primer Premio Nacional de Ensayos José Ibáñez Martín, por la Didáctica de los valores en la escuela.
En el ámbito de la poesía ha sido fundador del Club Poetas del Ateneo y cofundador e El Limonera de Homero, con cuyo grupo ha participado en cuatro antologías poéticas. Ha organizado numerosos recitales populares, coordinado el Aula I de Poesía del Ateneo de Valencia y es responsable del ciclo Poetas en el Ateneo, creados en 2015. Ha publicado varios poemarios y participado en numerosas antologías.
Desde hace once años dirige un aula de Felicidad en el centro Reina Doña Germana de Valencia y ha escrito dos libros al respecto.

En el primer capítulo titulado Jubilación dice: En fin, borrón y cuenta nueva…Estoy cansado de tanta responsabilidad, de tanto cumplimiento del deber, de tantos informes y expedientes que no sirven de nada. No sé si leerá uno de mis libros, el que trata sobre los Inicios de la escolaridad obligatoria, porque da muestras de estar empachado de Pedagogía y Educación, como Zacarías lo está de los manuales de legislación educativa cambiante a los que califica de ladrillos.

En contra de los homenajes
Y poco más adelante dice: Y del homenaje que le hicieron los compañeros: siempre me ha sonado mal eso de las despedidas y agradecimientos por todo lo alto con un discurso de disco rayado: ‘Queridos amigos, hoy se acaba dejubilar nuestro estimado compañero Lucas Luna. Su vida ha sido un ejemplo…’ Menuda estupidez. ¿Y todo eso para qué?, ¿para presumir de bondad y aprecio por el jefe de la Unidad que poco antes comentaba con los compañeros mis vicios o defectos? Tanta hipocresía nunca ha sido de mi agrado. ¿Y los regalos haciendo que todos los demás miembros de la Unidad aportasen la parte correspondiente cuando a la mayoría le importaba un rábano el homenaje? Los prolegómenos, el discurso, los aplausos y, además lo que no te podían ver o te miraban con ojos crispados de envidia…Lo tenía claro, ¡no habría ninguna despedida oficial! ¡Que se la metieran donde les cupiese!


Víctimas del sistema
Dicho lo anterior voy a terminar refiriéndome a mi última obra publicada Víctimas del sistema. Estoy contento con ella, porque a medida que escribes vas perfeccionando el oficio, y especialmente con la portada en la que reproducto parte de una pintura de Nikolay Bogdanov-Belsky (1868-1945) maestro del realismo ruso, en la que se ve a un niño pobre que desde la puerta de un aula ve con sana envidia a unos alumnos que están dentro.

El texto es un relato bien documentado y escrito con amor a la tierra, de la escuela rural oscense en la segunda mitad del siglo XX y entrada en el XXI.
Está dividido en seis partes. La primera introductoria referida a la población y escuela rural, el primer curso de la posguerra y los libros republicanos en el franquismo.
La segunda dedicada a los alumnos pobres, a los fracasados, a las escuelas de difícil desempeño y suprimidas, y a los pueblos desaprovechados.
La tercera, con independencia de los muchos maestros, directores y personas que se citan en sus páginas (entre ellas el director de este diario), se centra en las escuelas de Basarán, Bentué del Rasal, Caladrones, Candasnos, Castilló del Pla, Escartín, Gestaín, Neril y Pertusa.
La cuarta está dedicada a los directores escolares suprimidos deteniéndose en la dirección de Grañén.
La quinta parte trata de los inspectores de educación y sus visitas, con referencia a varios, pero en especial a Alejando Manzanares y a doña Josefina Bescós, hasta la crisis y la supresión del Cuerpo.
Y la sexta está dedicada a los padres con atención especial al campesino oscense, a los hijos que se apartan de sus familias y a sus problemas, para terminar con la lección de saber ganar y perder.
Libro de 346 páginas ilustrado con diversas fotografías, al que se añade un índice, un prólogo una relación onomástica y una bibliografía, en el que cito a algunas personas cercanas.
La obra publicada por la editorial Letrame, merece estar en bibliotecas, museos, instituciones y estudiosos de la historia educativa oscense.
Puede adquirirse en la librería Másdelibros de Huesca, o con petición al autor a través del correo electrónico: riguba07@gmail.com
Espero que publiquen una referencia en el Diario del Altoaragón de Huesca y hacer más adelante con Luis Laiglesia una entrevista en Radio Huesca.

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