Blas Muñoz el segundo de derecha a izquierda. |
DEJARÉ DE FUMAR MAÑANA
…la oscuridad, como un espejo,
nos devuelve la imagen que le damos
LUIS GARCÍA MONTERO
I
Después de un largo viaje en tren
y el rito acostumbrado de una tarde
que es ya copia de tardes olvidadas,
has recogido un premio, humilde por su importe
apenas suficiente para cubrir los gastos de este día,
y has leído un poema de retórica exacta y calado pequeño,
tras las palabras elogiosas
del concejal del pueblo que suplía al alcalde.
Has cenado, más tarde, ya solo, sin que nadie
compartiera contigo tu cubierto
ni el espacio vacío
de las mesas vacías
del comedor vacío
de este hotel despoblado.
Y ya en tu habitación, apagadas las luces y encendido el insomnio,
has cerrado los ojos como quien cierra un libro de frases malgastadas
mientras el mundo respiraba en el silencio
de un corazón nocturno y desvelado.
Al final, ya cesados los ruidos exteriores,
has abierto, descalzo, la ventana hacia el inmenso patio circular
que el verano, sin luna, no acierta a revelar ante tus ojos
bajo el toldo invisible de las nubes.
Y miras, aun sin verlas, a las otras ventanas
que, enfrente de la tuya, deshabitan la noche
con el silencio oscuro de preguntas
que ninguno te hace aunque tú las respondes.
II
Esta ventana abierta no es espejo,
ni río detenido. No es ojo, ni camino.
Es una pausa ciega en un paréntesis oscuro.
En su antepecho te desplomas
y los brazos extiendes hacia las negras aguas de la palabra herida
donde beben y mueren los caballos alados de la imaginación.
Presientes que algún día compondrás un poema desnudo de artificio
sobre este lugar hueco, sobre este nuevo vértigo
en el que se consuma la defenestración de todos los epítetos convulsos.
Y vuelves a mirar la nada…
La nada que se enciende, al otro lado, de repente. Una llama diminuta.
Un punto luminoso, de repente. Un ascua que se aviva o debilita
sin consumirse, al fin, en cada inhalación.
Un semejante.
III
Un semejante. Alguien
que, insomne como tú, acaba de encender
un cigarrillo en su ventana:
una luz sin certeza para nadie de otro nadie que ignora
que comparte su lumbre con tus ojos,
tus ojos que la miran como se mira un faro en un naufragio.
Y aunque a ti te conforta saber que no estás solo,
que hay otra soledad, frente a la tuya,
más desvalida aún por estar sola,
empiezas a sentir que tu mirada, aun oculta y culpable,
es la mirada nueva del que comparte todo si comparte su nada.
Y para darle, pues lo debes, lo mismo que te ofrece,
en la mesilla buscas el último paquete de tabaco,
la cajetilla que en el tren, mientras tosías,
dejaste sin abrir
con el firme deseo de dejar
de fumar para siempre.
Y enciendes, en la noche, una cerilla
mientras piensas de nuevo:
“Dejaré de fumar mañana”.
(Este poema obtuvo el Primer Premio de Poesía del V Certamen Literario de Alfambra
en Julio de 2011).
2 comentarios:
Vicente, convocas la poesía a tu alrededor, donde quiera que estés...
Abrazos, siempre
Ya me gustaría, Amando, pero diversifico mucho mi actividad hasta el extremo de tener muy poco tiempo para escribir. Afortunadamente hay otros que lo hacen mucho mejor que yo, entre los que te encuentras tú.
Gracias por tus mensajes y recibe un abrazo navideño.
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