Joaquín Riñón, segundo de izquierda a derecha. |
IV
La húmeda niebla siempre lleva el vaho
opaco de la luz sedosa de la tarde,
por donde el alma flota leve en forma velada.
Las tinieblas extienden su no mundo sin límites.
Enorme nada de certeza. Fría inocencia de la fiebre.
Amarillas durezas. Eclipsados espejos. Ninguna voz adentro.
Solo las huellas que deja el tiempo: ese polvo enredado de la costumbre.
(De MEMORIA CREPUSCULAR, en EL LIMONERO DE HOMERO III, 2012).
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