Fotocomposición de José Luis Vila |
Blanca tu
faz de rambla ardiente y sola,
ondulante
belleza de verano,
que no me
dices nada ni me miras,
sin
olvidar los tiempos que, tranquilos,
en tus
brazos abiertos, laxamente,
pasábamos
los ratos y cantábamos
aquellas
melodías gratas de amor y gloria
en aquel
hondo pozo con sus aguas.
Tal vez
por eso mismo y otras cosas,
que ya
nadie recuerda,
estás en
mi camino, presente en mis recuerdos
de
cántaros, bullicios y juegos prohibidos
en las
cuevas oscuras
que
albergaban recónditas historias
de soldados malvados y gitanos.
de soldados malvados y gitanos.
Eran
juegos de jóvenes,
cuyos
secretos guardas con recelo,
de
aquellos dulces días de cigarras
y viento
perfumado entre las rocas.
Nuestras
madres y abuelas vigilantes.
Y tú, con
rostro hostil, nada contenta,
sin
embargo feliz por tantas risas,
claveles y
romero, rosas rojas,
tomillo y
manzanilla les mandabas.
¡Gracias
rambla!,
de
nuestros corazones juveniles.
Al verte
nuevamente,
descubrí
con sorpresa que seguías
con
lunares de aliagas en tus carnes,
seca, sola
y ardiente, con el sol en tu frente,
sin pies y
allí fijada,
esperando
de nuevo mis caricias.
(Recitado por Blas Muñoz Pizarro).
(Recitado por Blas Muñoz Pizarro).
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