(Foto de Pat Foley) |
LAS SIETE EN PUNTO DE LA TARDE
Reconozco tu amor, tu mar, misterio
en el temblor tan sólo adivinado
de las últimas flores.
José Albi
Ya son las siete en punto de la tarde
de un sábado tedioso e inexorable.
Parado está el reloj —tal lo parece—,
mientras la lluvia lame las aceras.
La calle es un espejo de ternura
por donde fluye el agua ociosamente
dejando en el azogue los recuerdos
que brotan de mi mente entumecida.
Los coches, con sus faros arrugados,
apenas iluminan la calzada
y arrastran en sus ruedas la rutina.
Siguen siendo las siete de la tarde
en el reloj cansino de la espera
mientras mi madre, ausente, se diluye.
(De ENSAYO PARA UN CONCIERTO Y OTROS SONETOS)
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