XVIII
Estabas en verano reposando
bajo el olivo de mi antiguo patio.
Eras la flor que en el jardín olía
a nuevas primaveras de mis sueños.
Se mecía tu cuerpo en una hamaca
y volaban al viento tus cabellos.
Tu blusa, muy ceñida, irresponsable,
tu mirada distante, de cristal...
Tu talle con voz blanca se ofrecía
al ansia de mi fiebre iluminada.
Y así se fue la luz de aquella tarde
sin que nadie pudiera detenerla.
Recuerdo que eras búcaro de luna;
un poema no escrito de mi infancia.
(De ENSAYO PARA UN CONCIERTO Y OTROS SONETOS, Olélibros, 2016)
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