Presentación
de Después del amor,
de
Vicente Barberá
(Pynchon
& Co., 16 de mayo de 2019)
Buenas tardes. Para mí es todo un honor participar hoy aquí
en esta presentación. Antes de continuar, me gustaría agradecer a Pynchon por
alojarnos aquí, a Luismi, que es quien me embarcó en esta aventura, a Vicente Barberá Albalat y a Toni Alcolea, porque, sin ellos, no
podríamos disfrutar de un libro como Después del amor, y, por supuesto,
a todos ustedes, a todos los asistentes, tanto a aquellos que van a ir recitando
como a los que simplemente se han desplazado hasta aquí para escucharnos hablar
de la poesía de Vicente y escuchar sus versos.
Cuando Luismi me propuso participar en este acto, accedí inmediatamente,
y eso a pesar de que, cuando hay más de un presentador y uno no habla en primer
lugar, corre el riesgo de que le hayan pisado el jardín y todo lo que quisiera
decir ya estuviera dicho. Yo ya sabía que, en el caso de Vicente, eso no iba a
ser así, y eso por diversas razones, pero la principal es que una figura como
la de Vicente Barberá y el
significado que tiene para la poesía valenciana contemporánea no podía
agotarse, ni mucho menos, en una sola tarde. Yo ya conocía a Vicente Barberá como poeta y también
como promotor e impulsor de algunas de las actividades poéticas más atractivas
de la capital valenciana, además de ser miembro activo de numerosos grupos y
tertulias líricas. Aunque me imagino que habremos coincidido en algún acto, lo
cierto es que no habíamos tenido ocasión de conversar hasta el sábado pasado,
cuando un amigo común y un excelente poeta, Pascual Casañ, nos presentó en el salón de actos del Ateneo
Mercantil de Valencia, al calor de las sesiones del Festival de poesía
Poes-ència, que tuvo lugar el pasado fin de semana. Pascual nos presentó a propósito
de otro asunto, pero yo enseguida le anuncié a Vicente que tendría el honor de
presentar hoy su libro en Alicante. Pues bien, para que ustedes sepan quién es
Vicente Barberá, les diré lo que me dijo entonces: “Pero no quiero que habléis
de mí, hablad solo del libro”. Y por supuesto que hablaremos del libro, ya lo
ha hecho Luismi y yo lo haré a continuación, pero me interesa que nos
detengamos un momento en esa indicación de Vicente. Él no quería que nos
centráramos en su figura, pero creo que su figura resulta fundamental para
entender el momento de esplendor lírico que está viviendo la ciudad de
Valencia, con muchos poetas, hombres y mujeres, de generaciones distintas,
procedencias diversas, y tanto en castellano como en valenciano, compartiendo un
mismo espacio que se multiplica en innumerables voces poéticas. Algo así no
surge de la nada por generación espontánea, sino que es fruto de una labor
callada de años, grupos, reuniones, recitales... en las que Vicente ha jugado
un papel decisivo. No hablaré de él, pero sí de La Buhardilla de Teresa Espasa, del Club Poetas del
Ateneo, de El Limonero de Homero, del Aula de poesía del Ateneo y, sobre todo,
de ese magnífico proyecto que es Poetas en el Ateneo.
A Vicente
siempre le gusta decir que ha sido un poeta tardío, ya que se volcó en la
poesía tras una vida dedicada al mundo de la educación: maestro, profesor de
secundaria, director escolar, profesor de Pedagogía en la Universidad de
Valencia, Subdirector de Educación, Alto Inspector de Educación del Estado e
Inspector Jefe de Educación y autor de varias decenas de libros sobre
evaluación pedagógica, publicó su primer libro de poemas en 2014, De amor y
sombras, al que siguieron Ensayo para un concierto y otros sonetos
(2016), Flor de agua (2018), Sonetos
impares (2018) y el que hoy nos ha reunido aquí, Después del amor,
su último poemario publicado hasta la fecha, que fue finalista del Premio
de la Crítica Literaria Valenciana. Este libro inauguró la colección Nigredo de
la editorial Olé Libros, a cuyo editor, Toni
Alcolea, ya hemos podido escuchar, y se presentó por primera vez, en un
acto multitudinario, el 16 de octubre en el salón Sorolla del Ateneo Mercantil
de Valencia.
Después
del amor es una selección de 75 poemas amorosos, la mayoría de ellos breves
(aunque hay algunos que se articulan en varios tiempos) que Vicente ha ido
escribiendo desde 2008, y que se ofrecen al lector ordenados alfabéticamente
por el título de cada una de las composiciones, algo que no resulta habitual,
pero que ya hemos visto hacer a Miguel
d'Ors y, más recientemente, a Ramón
Bascuñana, sin ir más lejos. En este libro recoge el trabajo de ocho años
en una selección en la que han intervenido activamente los demás miembros de El
Limonero de Homero: María Teresa Espasa,
Antonio Mayor, Blas Muñoz y Joaquín Riñón. Afirma el autor: “Se comenzó a
preparar hace ocho años, en un principio había 110 poemas para publicar, les
pregunté y de una tacada me eliminaron 27 poemas, luego tras otra revisión tuve
que tirar a la basura once más, por eso siempre digo que ha sido un trabajo muy
meticuloso que este libro vea la luz. Es una buena prueba de que no es
cualquier cosa lo de escribir, corregir y, sobre todo, lo de tirar a la basura
aquellos poemas que salieron de nuestros corazones”. Para el título del libro,
Vicente realizó varias consultas, y finalmente se quedó con una propuesta de Blas Muñoz.
Hay muchos
tipos de amor, y Vicente habla en este libro de todos ellos, especialmente del
amor sublime, del amor cotidiano y del amor apasionado. En cierto modo, Vicente
despliega en este libro todos esos tipos de amor, y lo hace con un verso
cuidado hasta el extremo, que a veces se combina en estrofas clásicas, con
especial preferencia por el verso endecasílabo y el soneto. Hay en esta
colección algunos poemas mayores, dignos de las más altas antologías, como
“Ausencia” (p. 21), “De tantas cosas” (p. 36) o “Sweet Home”. A Vicente le
gusta decir que siempre ha sido un aprendiz, y creo que eso lo convierte en un
auténtico maestro, en un verdadero referente, porque en el camino de la poesía,
no importa lo que hayamos leído (siempre será más lo que nos quede por leer),
no importa lo que hayamos escrito, siempre quedarán muchas cosas que aprender.
Y una de las que yo he aprendido es que no hay que explicar demasiado la poesía
y conviene callarse pronto y dejar que hable el auténtico protagonista de la
tarde. Con ustedes, Vicente Barberá
Albalat. Muchas gracias.
Joaquín
Juan Penalba
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