XI
Con un sabor de nieve en la garganta,
el frío atenazando los senderos
y el corazón pendiente de unos hilos
invisibles, estoy en esta noche
queriendo no olvidar ningún detalle
de la hermosa caricia de aquel sueño.
Los ríos de mi sangre se detienen
y el corazón del alma se congela
aterida de hielo y desconsuelo.
No me sirve de nada lamentar
la ausencia de su amor en lo vivido.
Abriré como siempre la ventana
y en el alféizar de esta noche triste
apoyaré mis últimos recuerdos.
(Vicente Barberá Albalat)
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