Serbia 2012 |
EL GATO
(De “La mirada
intramuros”)
Todos los
escritores con corazón se han ganado
un gato que
los sigue y los protege.
Osvaldo Soriano
Llega desde su olimpo,
avanza muy despacio por la casa
con su preciada carga de secretos,
miedos inesperados,
intrépidas pesquisas.
Se me acerca, me mira, me olfatea
con un trémolo leve en su nariz de príncipe,
y después se sumerge en la quietud,
ajeno, ensimismado.
Tras resolver sus dudas, decide que merezco
un poco de atención, quizás incluso
un poco de cariño.
Y en ese mismo instante sus ojos verdeoliva
se humanizan, me entregan
esa convexa lumbre en la que alienta
un sereno universo de locura.
Y me siento admitido, incorporado
a su mágico mundo, parte ya
de su vivo misterio deslizante.
Un salto a mi regazo me demuestra
su imperturbable vocación de amigo,
su firme voluntad de protegerme
de vendavales, lágrimas, heridas,
asechanzas oscuras.
Y así me lo declara su enigmático
y lento ronroneo,
como un largo monólogo,
como una larga nana rumorosa.
Con silente emoción, pongo mis manos
sobre su cuerpo, vibro
con su ondulada y cálida verdad,
siento el pálpito fiel de esta mínima vida
en cuya compañía
me renuevo, me encuentro, me descubro.
(Qué feliz yo sería si este humilde
milagro de ternura
que aquí late a mi lado,
además de existir en mi poema…
de verdad existiera).
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