BOCETO PARA EL
RETRATO DE UN POETA
(De “Cuaderno de los acercamientos”)
Tú puedes ver en el ardido leño
el altísimo árbol de su origen,
y en el reseco predio del rastrojo
desmelenados mundos de trigales;
consigues comprender el llanto antiguo
de la tarde en las alas del vencejo,
y construyes heroicas primaveras
sobre las hondas ruinas de la angustia;
hermano te respiras de los hombres
que rozan tu costado, y te dueles
con su mismo dolor, y les compartes
tu banquete de espigas y esperanza;
deshilvanas tus dudas cada día
pensando sin rencor ante el espejo
que la vida y la muerte son asuntos
eternos, pero siempre cotidianos;
aunque truecas tus horas por metales,
maniatado y vendido, sigues siendo
el rey indiscutible de tu frente,
con una libertad de viento y nubes;
enamorado estás de la palabra,
bulléndote ese amor entre los huesos,
y quieres horadar sus laberintos,
dignamente sufriendo sus ausencias;
nunca estuviste solo en tus buhardillas
porque es la soledad tu compañera,
y sabes escuchar entre sus brazos
la indomable ternura del silencio;
averiguas la alquimia del latido
y en los rojos crisoles de tu pecho
paralizas el vuelo del instante
rescatándolo al tiempo y su avaricia;
en la memoria llevas una llama
como una herida viva, y conoces
que eres capaz de navegar tu sangre
a la luz de esa llama y de esa herida…
Por eso
en la inmensa planicie de tus noches
dueño eres de todo un universo,
y te goza el prodigio frecuentado
de renacer ardientes manantiales
en el limpio volcán de tu
garganta.
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