jueves, 7 de mayo de 2020

HA FALLECIDO UN GRAN POETA VALENCIANO: ALFONSO LÓPEZ GRADOLÍ

  

Acaba de fallecer un gran poeta que estuvo con nosotros en el 
Ciclo Poetas en el Ateneo, el 31-05-2018. 

Publicamos este recuerdo como homenaje y acompañamos a su 
familia en el sentimiento y dolor de tan sensible y entrañable
pérdida. Que en paz descanse. 

Nacido en Valencia, licenciado en Derecho.

Entre su obra poética destaca: El sabor del sol (Madrid 1968),
Los instantes (Salamanca 1969), Una muchacha rodeada de espigas
(Madrid 1977), El aire sombrío (San Sebastián 1975), Poemas Me-
diterráneos  (Madrid 1977), Las señales de fuego (Bacelona 1985),
Una sucesión de encuentros (Cáceres 1977), Los signos de la sole-
dad (Madrid 2000), Los bosques de la memoria (Madrid 2001),
Los días luminosos (Cáceres 2002), Quizá conmigo y otros poemas
(Valladolid 2006), Las profunda aguas (Madrid 2009)  y Frágil e
incierto oficio (Mieres 2017)

En poesía visual ha publicado Quizá Brigitte Bardot venga a tomar
una copa esta noche (Madrid 1977)

En prosa ha publicado Guía secreta de Valencia (Madrid 1975),
Diccionario otro de lugares comunes  (Madrid 1977), La escritura
mirada, Madrid 2007 (una aproximación a la poesía experimental
española).

Editor y prologuista de Poesía visual española (antología incom-
pleta). Madrid 2007, y editor y epiloguista de Poesía experimen-
tal española (Madrid 2012).

Ha recibido los siguientes premios: Ausías March, Ciudad de Irún
José María Lacalle, Juan Boscán, Luis Rosales, Vicente Gaos,
Ciudad de Linares, Anthropos y Cáceres Patrimonio Mundial.

ESE PRIMER MOMENTO DE MIRARSE
Ese primer momento de mirarse,
recién llegados, las sonrisas frescas,
los ojos sin la sombra del hastío.
Después bebemos, nos cambiamos largas
miradas, nos herimos, y las frases
son dagas, islas tristes, los senderos
sin un destino fijo, las palabras
que mueren por la mesa, con los vasos.
Nos va cayendo música, momentos
de tiempo compartido; pasan las horas,
y la vieja compañía de unos versos
nos quita soledad, y nos miramos
inútilmente serios, con los ojos
cansados y sin fe, muy lejos
de ver amanecer, de enamorarse.
He pasado ya noches como éstas
buscando aturdimiento, con los rostros
de todos como piedras, las ocultas,
crecientes luces de los versos dichos
en baja voz, con tono susurrante.

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