Gabriel García Márquez, escribe en el primer libro de su biografía, Vivir para contarla, a propósito de una lectura de Las mil y unas noches a una edad muy temprana: “aprendí para no olvidarlo nunca que solo deberían leerse los libros que nos fuerzan a releerlos”. ¡Qué bien!, ¿no?.
¡Qué bien si el siguiente fragmento de Lucas Luna forzara al lector a leer el resto!
“Nuestras cabañas estaban fuera del hotel por lo que no podíamos salir de noche solos. Tenía que acompañarnos un guardián para evitar que una fiera te descuartizara. En Tanzania, nos dijo el guía que, en contra de lo que ocurría en Kenia, los animales van sueltos y en cualquier momento podía ocurrir una desgracia. Los agentes turísticos suelen improvisar y, muchas veces, exagerar cuando hablan con los deslumbrados turistas porque, en lo que se refiere a nuestro guardián, con una vara que llevaba en una mano, lo único que hubiera podido hacer, de venir un león, era desafiarnos a una carrera”.
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