LA CORBATA
IMPECABLE.
Confuso estás,
pero impecable, esta mañana. Como siempre
tiembla un poco tu mano ante el espejo.
Yacen,
flotan, navegan
las paredes en sombra de la casa. Sobre el
lecho,
las ropas en desorden, el goce ya dormido
de un cuerpo abandonado: Esa mujer que
levemente palpita.
Reflejos
como lluvia
mojándote en penumbra. Jamás hacia el
recuerdo
regresarán las aves.
Todo,
todo está ya detrás de ti,
en los ángulos grises de ese espejo,
de esas aguas, a espaldas de tu vida.
Tu mano allí parece ahogarse
pero emerge,
emerge y nada hacia la salvación
como el final inmóvil de un capriccio
de Piotr Ilich Tchaikovsky.
Por eso, nada temas.
Aunque hayas demorado tu mirada en tus
manos,
aunque obsesivamente sigas
esa tu vena azul, su largo trazo
de simulada inocencia, no, nada
temas.
Acaso
debes, solamente,
dar otro giro más a la derecha. Media
vuelta tan sólo: Eso es. Si ahora pasas
tu seda y tu costumbre por el hueco
que has dejado, y tiras suavemente
de tu aburrido
cansancio,
y, más que ayer, lo ajustas poco a poco a tu
cuello
y, muy educadamente, aprietas,
pero no demasiado,
respirarás
feliz, seguro,
y mirarás al espejo, y verás
que están bien hechos
otro nudo,
otro día, otra soga, otra corbata.
3 comentarios:
Gracias, de nuevo, Vicente. Me lo llevo al face.
Un abrazo.
Gracias a ti: acabo de eterarme de que el face es FACEBOOK. Un abrazo.
Es una manera de abreviar entre adictos a esta droga dura del facebook.
Publicar un comentario