Querido amigo JUAN:
Permite que me emocione al leer este extraordinario poema tan sencillo como perfecto en su forma y contenido. Aunque en la época que evocas yo vivía en Castellón, sí fui testigo de lo que narras y de cómo mi padre me advertía de los peligros y sufrimientos de la Guerra Civil. Gracias por recordármelo y por emocionarme. Será un placer compartir contigo unas horas en el Ateneo.
Habitación
En esta
habitación varada
donde ya
tantas veces has dormido.
En esta
habitación donde el instante
se pierde
en la resaca del recuerdo
en un
rumor constante de oleaje.
En esta
misma habitación vas a empezar de nuevo.
Su
terraza se asoma sobre la plaza umbrosa
de
Rodrigo Botet que conoció tu infancia.
Hasta ti
llegan voces de muchachos
que
aprenden a cantar extraños himnos,
el Cara
al Sol, Prietas las filas, niños
que se
prueban camisas, correajes,
y que
marcan el paso torpemente
bajo la
sombra fresca de los plátanos,
mientras
tú los observas desde fuera,
detrás de
las esquinas,
una clara
mañana de abril recién vencido,
tras el
rumor de los soldados rotos
que
regresan del frente.
Llega el
olor de pólvora
y del
azahar de mayo.
Llega la
luz hiriente de la playa de entonces,
de la
roja sandía, verde como la noche,
que cruje
cuando el duro cuchillo la apuñala.
Llega el
clamor azul de las campanas,
el
estruendo
de las
detonaciones y las bandas de música,
disparos
y alaridos.
En esta
habitación de hotel, sobre la plaza
donde en
las noches broncas del verano
disputan
prostitutas y borrachos,
en este
cuarto del Hotel Astoria,
con
bullicio de bodas y toreros,
te cercan
las catástrofes de ríos
que se
desbordan,
grandes
avenidas
que
inundan las ciudades,
sumergen
los naranjos
bajo las
aguas rojas
entre
gritos de gentes desvalidas,
muros que
se derrumban,
bombardeos
y
procesiones que maceran
las
alfombras de pétalos de rosas.
En esta
habitación hay restos de naufragio,
memorias
de los patios del colegio
donde hoy
crecen ortigas,
cartas de
amigos muertos y de novias
infantiles
y de supervivientes.
Y te
preguntas si eres uno de ellos.
Desde
esta habitación divisas viejos barrios
ya
desaparecidos, casas donde viviste,
jardines
que gozaste.
Ves el
mar, las palmeras que levantan
su
esplendor hacia el sol y los magnolios,
los
limoneros, los jazmines.
Divisas
los tranvías amarillos y azules
que
afilan los raíles
chirriantes
de tu viva adolescencia,
las velas
de los barcos que se alejan,
el
puerto, las banderas, los castillos
de fuegos
de colores.
Desde esta
habitación se ve tu vida
y ves que
está fundada en las arenas
y en el
aire de un mar que te ha amasado
y llega
hasta esta plaza donde ahora, de pronto, resucitas.
(de Poemas mediterráneos)
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