Francisco Morales, tercero de izquierda a derecha, al lado de Ricardo Bellveser |
CASI VERANO EL MAR
DE FRANCISCO MORALES LOMAS
Casi verano en
el mar.
Calma que
asciende con la marea.
Y lejos algunas
vidas zozobrando.
Tú estás
advirtiendo, acaso con los ojos
sucios, sin
saber cuándo llegarán,
o solo sea una
sombra que agoniza
en el rebalaje.
A la espera
lees con lentitud en esta calma
que no es de
ahora,
con la suave
deriva del viento,
pero con un
sueño inanimado.
De pronto, la
mar va trepando.
Despeja su
incógnita de agua.
Se divisa un
deje de ceniza oscura
que engorda con
el ruido de la marea.
El agua, ya
presa del trueno del mundo,
deja atrás su
suerte a la oscuridad.
La noche tiene
entonces el despojo
de un cuerpo
lacerado. Y tu nombre
ha dejado de
existir en el aire, ha dejado
de ser en el
agua, en aquella playa
donde el mar
era casi verano.
Y has dejado
este teatro de cielo y tierra
como un despojo
fustigado por la corriente.
Es una
maldición de agua, una maldición de noche.
Y envuelto en
la condición de no ser
sigues
preguntándote si hubo salida,
si alguna vez
este joven que cruzaba
el mundo supo
dónde hallar una glosa.
Y el mar ya ha
dejado de ser casi verano
para engullir
la tarde. Para vivir
poseso de su
fortaleza de sal.
Hermosa derrota
ahora
si antes fue
nacimiento. Derrota
que cada vez es
más agua, más pleamar
que te ha devuelto al invierno.
que te ha devuelto al invierno.
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