FIN DE PRIMAVERA
Sólo era un hombre ante el ruido
del mundo.
Mujer que acoge el brillo de los
tiros.
Y luego el vacío que va
creciendo
entre la arena como pasionaria.
El
mundo estaba en calma y la casa
en
silencio.
Llegó la noche y Dios
no estaba para pulsar el laúd
de su música. Sólo el hombre en
sombra.
Supimos ser perfectos con la
muerte,
darle alas a la oscuridad y al
aire.
Mujeres invisibles y hombres
muertos.
Se despedía el mundo y su
tumulto.
Sin la piedad que moldea el
silbido
del odio. Y la tierra siendo
piedra.
Sin cuerdas guitarras. Seres de
manos
grandes para empuñar la suciedad
de los acordes y su desaliento.
El
mundo estaba en calma y la casa
en
silencio,
pero el hombre movió
las estrellas y el jardín con
palomas
fue el vacilante búho de la
noche.
*Los versos en cursiva son un préstamo
del
poeta norteamericano Wallace Stevens.
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