Estimados amigos:
Conocí a Joaquín Juan Penalva en Alicante, en una librería, con
motivo de la presentación de un poemario y me regaló un libro: Todas las batallas perdidas. Acabo de
leerlo. Creo que lo he conseguido en media hora y es muy raro porque suelo leer
lentamente y con un lápiz en la mano par subrayar las cosas que me llaman la
atención. No fue así en esta ocasión. Simplemente lo leí de un tirón, pero
luego me quedé insatisfecho. Tenía la necesidad de leerlo otra vez. Mi mente se
puso a rememorar mis propios recuerdos y se percató de que había hecho un
repaso a cosas del pasado algunas de las cuales me afectaban: historia, libros,
películas, actores, fantasía… No tuve más remedio que coger un lápiz,
acomodarme y volverlo a leer, pero esta vez con más atención.
Joaquín escribe
un libro lleno de contenido en poemas breves de versos generalmente cortos. El
lector tiene que esforzarse en situarse en el momento y en las circunstancias y,
cuando lo consigue, se enciende la imaginación y la memoria, que como sabemos
es la loca de la casa —lo dice con otras palabras Leonard Mlodinov—, empieza a
vivir, a sentir como propios los poemas. Garfio, Campanilla, el circo, Toulouse
Lautrec, Halloween, Ricardo Corazón de León, Cervantes, Breda, José Bonaparte,
Florencia, Gotham, Marlowe, Hollywood, Bogart, Edward G. Robinson, etc, etc.
Una sucesión de imágenes imparables en poemas como Carta de Toulouse, Angeli del fango, Hollywood (Florida), Mi viaje
termina en ti, Victorias pequeñas, solo por citar unos cuantos, corren por
la mente y transportan a lugares lejanos en tiempos borrosos. Todo un placer
para los sentidos y la imaginación en un poemario sencillo en la expresión,
pero intenso en los significados y en las intenciones. Todo un acierto. Lo
menos que puedo hacer es manifestar mi agradecimiento.
Gracias también
por eso de que después del amor queda, al menos, “la admiración y el abrazo
grande”, si leo bien en la dedicatoria. Otro abrazo.
Valencia, 28-06-19
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