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La invité a una copa. Me levanté, abrí la neverita, saqué una botella de Cardhu, 12 años, una bandeja de hielo y serví el whisky. Me volví a sentar, intencionadamente a su derecha, y la invité a brindar. Mientras bebía la observé con detenimiento. Mis ojos recorrieron todo su cuerpo de abajo a arriba. Una falda ceñida dejaba al descubierto sus rodillas y permitía adivinar unas caderas perfectas en un talle ajustado. Bebía a pequeños sorbos. Su cuello limpio y sonrosado se abría en un escote hasta mitad del pecho cerrándolo con unos botones de la blusa que marcaba la silueta tentadora de sus senos apuntando unos pezones poderosos. Recorrí su rostro sin dejar de observar sus atractivos ojos y su mirada que envolvía el misterio del mar azul que le daban el color. Sus labios carnosos invitaban a comérsela a besos y mi imaginación empezaba a ver lo invisible y a viajar por el reino del erotismo encendiendo la pasión más allá de lo previsto. Entonces me di cuenta del peligro que corría.
Comentario de prensa:
"El amor familiar y fraternal con esos amigos, el erotismo de algún encuentro, el detalle en la descripción, lo irónico en algún momento; todo son elementos que llenan el decurso narrativo de esta excelente obra Lucas Luna. Obra honesta y elegante , divertida por momentos, en otros reflexiva, que muestra la destreza y el dominio de un escritor curtido que envuelve sus páginas con ese encanto que invita a los lectores con la seguridad de que no les dejará indiferentes".
(Francisco Cejudo)
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