De uno de mis viajes a Nueva York
LAS LÁGRIMAS DE BROOKLYN
Sonó a lo lejos la canción ajena
sobre el umbral de la alegría oculta
y eran sus sones dulces como el vuelo
de un jilguero feliz sobre una zarza.
Y volaba y volaba como un duende,
como una flor mecida en primavera,
hasta Manhattan levantando alegre
sus pardas alas de oxidada lanza.
El Hudson transportaba vino en odres
y el mundo entero celebraba sueños.
Los dragones del orbe se alegraban
y lucían sus luces las luciérnagas.
Así destrocé el muro de tristeza
que encerraba las lágrimas de Brooklyn.
No hay comentarios:
Publicar un comentario