HAY UNA SOMBRA EXTRAÑA
Al
anochecer,
paseo por
la orilla de la playa
a
merced de las olas que se agitan
frente a un mundo
que
las mira.
Cada
una con su distinto perfil,
empapan
la enagua gris que protege
mis
tobillos. Vuelan bajo
las
gaviotas, al tiempo que desnudan
su figura
al contraluz de la marea.
Cuando
llega el momento,
cae el
sol por el Oeste,
y
el amor cae vencido.
Ajenas
a nosotros,
tañen
las campanas de una ermita cercana
alertando
a los amantes
que niñean
sin cesar con sus cuerpos
en la
arena.
Noches
de verano junto al mar,
luz
escasa que oculta
tus
huellas lejanas e inseguras.
Pupilas
de seres invisibles
observan
sin rubor
mi
camino a la deriva.
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