COMPRAR EL PAN
Hay
una ceremonia,
una
liturgia cotidiana,
que
inaugura mis días,
mis
sueños,
mis
anhelos...
A
diario
me acerco
al
obrador
y pido
una barra
y un
bombón.
Es un
ceremonial
que
vuelve
cada
día,
pero
que,
también
a diario,
es
distinto:
puntual
y rápido
en los
días normales;
demorado
y tranquilo
en las
vacaciones;
siempre
a pie,
salvo
en jornadas
intempestivas.
Y,
¿qué pasa con los días
sin
pan?
También
hay
días
sin pan,
sin
sueños,
sin
anhelos...
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