lunes, 18 de noviembre de 2019

JOSÉ MARÍA CANÓS EN LA PRESENTACIÓN DE "LUCAS LUNA" EN CASTELLÓN



Presentación de Lucas Luna, de Vicente Barberá Albalat.

            —Decir, en primer lugar, que me siento acomplejado por los currículos de las personas que me acompañan hoy en este sofá. Yo seguiré mi guión; como me pierda, me encuentran ustedes en la Rambla dels Ibarsos.
            —Me imagino a nuestro amigo Vicente, rodeado de pos-its y poniendo orden como si de un enorme puzle se tratara, para encajar todas esas ideas y mensajes que se le agolpan, y plasmarlas en una novela: UN GRAN TRABAJO, para deleite de los lectores. ¡Hay que leer! Esta novela tienen que leerla. Les diré que en los primeros capítulos, hizo que me acordara de aquella sentencia de Teresa de Cepeda y Ahumada, muy aplicable hoy en día: «Si lees, conduces; si no lees, te conducen». Leer te da criterio, pero no para tener la razón y enquistarte en tus verdades, sino para tener dudas razonadas: empatía.
            —Lucas Luna es una novela costumbrista y psicológica.
            Costumbrista, en cuanto que nos narra una historia en una determinada época y sus personajes y escenarios. Vicente es un enamorado de su tierra: Els Ibarsos, Morella, El Maestrazgo, y La Vallivana, en particular. Un ferviente creyente de brujas y exorcismos…Y Gallos. Y hasta aquí puedo leer.
            Psicológica, porque bucea en el alma de los personajes. No me extrañaría que fueran personajes reales a los que ha cambiado el nombre para no herir susceptibilidades. Yo me pido ser como el tío Angelino.
            En cuanto al estilo, utiliza en profusión el denominado ausente – presente, que estuvo de moda en aquellas películas de Arte y Ensayo que se proyectaba en salas especiales para el público más cinéfilo y crítico.
            —¿Quién es Lucas Luna? Es educador, poeta (no se pierdan la carta de Ángeles «Una semana sin ti»: «Me invade la soledad y la melancolía me hace daño» O, en otro capítulo, cuando quiere describir a una buena moza: «Su cuerpo, magnolia derretida y girasol dorado, se inclinaba perfumando y se entregaba a las olas del viento»), viajero empedernido (Podría ser un guía turístico internacional). Se atreve con la física cuántica cuando nos habla del sueño, de otros mundos, y se vuelve filósofo «en la curiosa reunión de aniversarios» cuando razona sobre la objetividad, subjetividad y la verdad. Todo esto ¿les dice algo?¿Les suena? Con permiso de Vicente, y sin quitarle la parte de inventiva, yo diría que es una obra semiautobiográfica. De todas formas, al final, cuando nos hable el autor, tendrá el derecho de réplica.
            Aunque toda la obra es un compendio de prosa poética con deliciosas historietas, como ya lo conocemos como poeta, yo destacaría su originalidad: «Miré al cielo que me parecía un enorme croissant de nubes amancebadas».
            Sigue siendo original cuando habla del amor: «El hidrógeno y el oxígeno se unen para formar agua». Aunque hay momentos en que nos habla de un amor más carnal; abiertamente de deseo, de sexo explícito. Por momentos me ha recordado al que fuera marido de Marilyn Monroe, Henry Miller con «Trópico de Cáncer» y «Trópico de Capricornio». Sin embargo, al fondo  del amor de Lucas Luna, aun en las escenas más tórridas, siempre encontramos un soplo de espiritualidad, de sentimientos puros.
            Y Sorpresa. De pronto me encuentro con un capítulo sin signos de puntuación, pero no lo he notado hasta llegar a la mitad. No sé si es un experimento innovador o ------- . Me ha recordado al Nobel de literatura portugués José Saramago en «El evangelio según Jesucristo». Aunque no sé si sería del agrado de un corrector ortotipográfico.
            Por último, decir que Vicente, aparte de todas las virtudes que se han resaltado, es una persona,  sencilla, humilde y accesible; tres grandes virtudes.
                                                                                                         José María Canós

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