El corazón
perplejo
Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
no dudes.
No tiembles nunca más por lo que
sabes,
no temas nunca más por lo que has
visto.
Calamitoso corazón,
alienta.
Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están
cifrados
en la clave de un sol tan
rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
errátil
corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está
esperando.
Desde el final del tiempo se
levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu
incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la
tibieza,
ni que este inescrutable amor
oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.
Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor
hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.
Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar
siendo.
Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
en
desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
y a fuerza de cantar,
enajenados.
(Carlos Marzal)