lunes, 30 de abril de 2018

CARLOS BELTRÁN

Carlos Beltrán es un amigo.
Un amigo y un gran poeta muy modesto. 
Parece que no quiere darse a conocer como tal pero a mí me ha autorizado a publicar el soneto que escaneo para esta página.
Carlos Beltrán es miembro del AULA NÚMERO I del Ateneo Mercantil de Valencia, desde su creación. 
Se encargó en un principio de una biblioteca interna, que hoy ya no existe, y de la edición casera del contenido de los recitales que se celebran con un promedio de dos cada curso escolar.
Carlos es sobre todo un EXCELENTE sonetista y poeta clásico.
Tengo el honor de poseer un ejemplar casero de su obra —verdadero tesoro.
Todo ello es para mí un satisfactorio honor, un tesoro.
Gracias, muchas gracias, CARLOS.





sábado, 28 de abril de 2018

ESE BESO ANHELADO


Música, Encarna Beltrán-Huertas
Piano, Berta Tubillejas
Soprano, Consuelo Gómez
Letra, Vicente Barberá


jueves, 26 de abril de 2018

FLOR EN EL AGUA


Estimados amigos:
Según podéis apreciar en el cartel que incluyo a continuación, el próximo sábado,  28-04-18, estaré en la Feria del Libro de Valencia intentando vender algún ejemplar de mi último libro de poesía, con el aliciente de poder ser yo el primer comprador porque todavía hoy aún no tengo ni un ejemplar en mi poder. Será un auténtico placer compartir algún instante con vosotros mientras duren esos 90 minutos que me han adjudicado. Un fuerte abrazo.



sábado, 21 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO, EL JUEVES 26 A LAS 19:00


CAÍN

La sangre de Caín
atraviesa la historia
y corre por mis venas
como un río de plasma enloquecido.
Llevo en el RH la simiente
de aquel agricultor
que cultivaba el trigo y la codicia,
y que mató a su hermano
más un millón de veces.
Desde entonces, soy una
sombra bajo la noche de los tiempos.
Jamás encontraré la paz en esta tierra.
No sé pedir perdón
y empuño todavía la quijada del odio.
Mi destino es vagar eternamente
en una eternidad de sangre sin destino.

miércoles, 18 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO, EL 26-04-18



SOL DE LA INFANCIA

A Antonio Machado

Tenía doce años. Tal vez trece.
Y creo recordar que era feliz.
La vida transcurría
entre huertas y establos
y gentes campesinas.
En aquel escenario de miseria
el instituto era un oasis de luz.
Madrugada, mochila, compás y cartabón.
El olor de la tiza y de los libros
tenía algo de magia para mí.
Todavía recuerdo a aquella profesora
que leía en voz alta
-labios rojos, zapatos de tacón,
cabellos como el trigo-
los versos de Machado
mientras se paseaba por el aula.

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.

Y aquella transparencia heptasilábica,
el contoneo dulce de los versos,
se me iba metiendo lentamente en el alma
sin que me diera cuenta.

El agua de la fuente,
resbala, corre y sueña.

Yo cerraba los ojos
y dejaba que el agua de Machado
corriera por los surcos
de mi imaginación
como un río de luz anaranjada.
Después del instituto,
otra vez el estiércol,
el trabajo en la huerta,
la lluvia de los días.
Pero en la soledad oscura de mi cuarto,
cuando me retiraba por las noches,
a la luz macilenta de una pobre bombilla
yo leía los versos de Machado
una vez y otra vez,
en voz baja, lo mismo que una extraña oración.

Lejos de tu jardín quema la tarde
inciensos de oro en purpurinas llamas.

Han pasado los años. No recuerdo
el día en que empecé
a escribir redondillas, romances, serventesios,
proverbios y cantares.
Poemas que llevaban la semilla
-con permiso de Bécquer y Jiménez,
de Lorca y de Neruda- de un humilde
profesor de francés
llamado don Antonio Machado, un hombre bueno,
republicano y sabio.
Ya no soy aquel niño
que ordeñaba las vacas y cavaba en la huerta.
El niño que miraba con ojos inocentes
la hermosura de un mundo sin confines,
a la medida exacta de sus sueños.
Muchas veces me siento a meditar
en un banco cualquiera
de una plaza cualquiera,
a la sombra de un álamo o a la orilla de un río.
Empiezo a comprender
que la vida de un hombre
se escribe con la tinta de sus primeros años.
Alzo al cielo los ojos.
El aire que acaricia las copas de los árboles
me trae en su monodia
el verso más hermoso, más sencillo, más triste
que escribiera Machado:

Estos días azules y este sol de la infancia.

A veces me pregunto
cómo puede caber en un alejandrino
el corazón de un hombre.

martes, 17 de abril de 2018

MEMORIAL DEL OTOÑO, DE ALEJANDRO FONT DE MORA



MEMORIAL DE OTOÑO

Empieza este poemario con una definición del otoño como paso previo e introductorio a la desaparición donde hasta el aire se depura y torna diáfano entre sombras alargadas, “giacomettianas”, preparando el camino hacia otra primavera imposible.
            COMO JOB (subtitulado intento de propedéutica) es la parte más extensa del libro, con citas bíblicas en cada poema. En ella hace desnudar al hombre de todo lo accesorio para prepararse hacia el juicio definitivo que será el otro lugar desde donde verse e imaginarse como la pétrea parálisis en la que para nada servirán ya las lágrimas si no supiste aprovechar la luz cuando en el territorio (que has de recorrer a solas) del dolor no pagaste el debido peaje. El llanto y el dolor, una vez que el oro del sol haya dorado tu vida, te hará volver a lo que fuiste y estarás maduro para la siega en esos caminos que van a da a la mar rememorando a Jorge Manrique. El odio y la indiferencia del  otro asoman al final de esta parte donde la vida y la muerte se tutean y el amor y el desamor forman parte de la jungla donde la fiera acecha.
            En la segunda parte, ITER, cuyas citas son de variados poetas, se refiere a la infancia como símbolo de la inocencia, a la tranquilidad, al orden, al verano donde siempre hemos estado, sin saber adónde ir, qué ser o qué hacer en el tedio suavísimo de los atardeceres infinitos donde te han asado como a San Lorenzo entre vuelta y vuelta y te encontrarse con amigos de amistad sinuosa negando después la existencia de sueños en casa del hierofante. Sigue un poema referido al tan famoso de Kavafis sobre la esperada llegada de los bárbaros, una referencia a la luz como un dios en el acto de la creación y una mención a Ulises en la búsqueda de la lejana e imposible Ítaca.
         En un continuo “in crescendo” llegamos a las REDENCIONES, última parte, en la que encontramos una angustiosa llamada a la esperanza en los todavías que quedan antes de la nada. Hay un poema a sus nietos, a una mano amiga que reconoce por su tacto en la piel y un canto de amor eterno en la travesía accidentada hacia la otra orilla del río, para terminar con una emotiva e imprescindible referencia de amor al padre. No podía faltar en la pluma de Font de Mora, un soneto (ya prodigados en ÉCFRASIS) que fotocopio al final.
            Un libro encomiable en el que el poeta se expresa con un lenguaje rico y ajustado en una versificación muy variada donde podemos encontrar preciosos endecasílabos y alejandrinos, combinados con otros versos de distinto ritmo y textura. Desde una perspectiva más trascendente de lo que podríamos pensar por la claridad de los mensajes éticos que nos depara y un mundo caótico lleno  de contradicciones en su cotidiano transcurrir, nos introduce a la trascendencia y búsqueda del sentido de la vida y de la muerte dejándonos en libertad para que asumamos nuestra propia responsabilidad. Un poemario al que le deseamos larga vida y escasa muerte.


sábado, 14 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO




PLEGARIA

Perdóname, Señor,
porque a veces no sé ni lo que escribo.
No ignoro que podrías castigarme
por mis malas acciones
o mis desatinados pensamientos,
pero jamás me hagas responsable
de mis sueños, Señor.
Yo sé que debería soñar cosas prudentes,
moralmente correctas, mas los sueños
se me escapan veloces como pájaros
que alborotan mi alma
y siembran en mi espíritu el desorden.

Perdóname, Señor,
porque no sé muy bien lo que me sueño.

Yo sé que no soy digno
de que entres en mi casa
porque soy pecador
y hablo muy mal de ti,
y a veces me extravío.
Sin embargo,
espero cada noche tu visita
con el fin de que pongas
mis cosas en su sitio,
alumbres con tu luz mi oscuridad
y puedas explicarme
de una vez y por todas
lo que tengo que hacer
con mis sueños, con mi alma y con mi vida.

Perdóname, Señor, pero es urgente.

jueves, 12 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO



SILENCIO

Silencio amordazado de silencio
bajo la fría noche sin estrellas.
Arde el fuego, crepita
la llama azul del tiempo
mientras leo La Ilíada
y sueño con un mundo
habitado por dioses y por héroes.

Canta, oh musa, la cólera de Aquiles.

Cierro el libro de Homero.
Y los ojos.
Pero siguen sonando sus hexámetros
dactílicos allá en mi corazón.
Oigo gritos de gente
a la que no conozco,
alaridos, espadas que entrechocan
sus filos, el piafar de los caballos,
olifantes, tambores,
el llanto desolado de las madres.

Con los ojos cerrados
escucho la plegaria de los muertos.
La maldición de los supervivientes.

El SOS desesperado de la Historia.

lunes, 9 de abril de 2018

ISABEL ALAMAR, ÚLTIMO LIBRO



A LA INTEMPERIE DE TU BOCA

Un nuevo poemario de Isabel Alamar en el que se conjugan, en casi todos los tiempos, el deseo, el agua, la boca, los besos, los cuerpos, la miel… Todo se funde en una insólita sucesión de imágenes eróticas atrevidas, en una expresión primigenia de libertad de forma y fondo, propia de gran parte de la poesía moderna que rompe con los moldes clásicos.
            Isabel se adentra en el mundo del amor carnal a través de símbolos, en una poesía, en unas composiciones que, a decir de Alfonso López Gradolí, su prologuista, “están cargadas de originalidad, de apuestas arriesgadas, de fuertes contrastes y colorido”. Es de agradecer el viento fresco que recorre sus poemas”.
            Subrayamos algunos de sus versos (el paréntesis encierra la página en que se encuentra):

            “De sol, espuma y tormento es la cuna de mi deseo:” (24)
            “Aquí me tienes, inquieta de lluvias,” (25)
            “Remachado está tu aliento a mi boca.” (26
            “En este festival de la carne tengo licencia para besar.” (31)
            “Mío es este cáliz de perlada sangre enamorada.” (32)
            “que se ensancha en la noche de tu cuerpo.” (34)
            “Besos aciagos e irreflexivos como el tiempo.” (37)
            “Por eso cuando mejor nos amamos es / a noche desatada…” (39)
            “Tu olor me guía en esta noche de antílopes desatados.” (46)
            “te pronunciaré con semas de sol, viento y miel” (60)

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO




JACULATORIA

Por la palabra pan.
Por el silencio.
Por todo lo que nace sin propósito.
Por la luz y la sombra que me ofrecen
el doble rostro con el que me mira
la eternidad. Por el conocimiento.
Por el vino y la rosa. Por el mar.
Por el fuego y la rueda
que hicieron concebir a nuestros padres
la hermosa matemática del cosmos.
Por el amor, que todo lo convierte
en materia divina y redentora.
Por la palabra paz.
                               Por la palabra.

sábado, 7 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO




AXIOMA

No hace falta expresarlo
con palabras oscuras,
con brillantes metáforas
o símiles extraños.
La vida es, simplemente, lo que ves
cuando cierras los ojos.


jueves, 5 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO







































LA MANZANA

La manzana quedó sobre la mesa.
Era roja y hermosa como un sueño.
Exhalaba un aroma fresquísimo de bosque
que embalsamaba el aire
de aquella habitación que daba al mar.
En su forma perfecta
podía resumirse el mundo todo.
Un silencio de seda acariciada
se posaba en su piel y temblaba la vida
en la pulpa jugosa de su carne.
Pasó el tiempo. Volvimos
el verano siguiente. Los gusanos
habían devorado la manzana.
Sobre la pobre mesa sólo había
una sombra de polvo,
un olor de humedad y de maderas viejas.
había rastro de gusanos.


martes, 3 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO



ABLATIVO DE SOMBRA

No cambiará mi vida
el esplendor del mundo
o su miseria,
ni alterará mi muerte
el curso de los astros
o la historia.
Si los dioses existen,
¿por qué tejen su trama en el silencio?

domingo, 1 de abril de 2018

JUAN RAMÓN BARAT EN POETAS EN EL ATENEO




OF COURSE

Se recomienda amar sin condiciones.
Reducir en la sangre los viscosos
sedimentos del no,
los abundantes posos de la desdicha diaria.
Cualquier capítulo amoroso ofrece
la posibilidad
de conquistar el universo. Amar
a, ante, bajo, cabe,
el día que reparte a manos llenas
los panes y los peces de la luz,
la tarde y su perímetro de pájaros,
la noche que concibe
las luces de neón de las estrellas.
Habitar los paisajes bellísimos del sí,
sin peajes ni cuotas,
y sin los intereses que dispone
el índice bursátil de la vida.
Amar a cualquier precio.
Sin contraprestaciones.
Y a fondo muy perdido, por supuesto.