martes, 19 de octubre de 2010

12 x 5




I

¿Por qué azotaron las espaldas mías
con la mentira impune y el ambiguo
insoportable hedor de tanto ultraje?

Con barrotes y oscuro el calabozo
encerraba los miedos de la gente
que entraría ¿quién sabe
por qué escondidas culpas?

Cadenas invisibles en mis pies
y el pensamiento en la injusticia hundido
por no saber el próximo capítulo
de qué porción de tiempo dispondría
y cómo
mis manos amputadas
podrían, sin sufrir,
acariciar mis días.


II

12 x 5 pies y un sucio poyo
en una caja hermética de plomo
donde encerrar mis lágrimas de sangre.
Los brazos no podían levantarse,
mis piernas oxidadas,
zumbando los oídos,
con mis ojos ahogados en el mar.

Tenía que seguir,
repasar el rosario de mi vida
y justificación buscar alguna
que me diera la clave
y mi pensamiento fuera capaz
de separar el pegajoso liquen
de la piedra, o mostrarme el horizonte
con la vela del barco desplegada.

Las semillas plantadas ¿se habrían marchitado,
o alguna prendió en los secos átomos del tiempo?

Vicente Barberá, El Limonero de Homero, 2010.

No hay comentarios: