viernes, 10 de mayo de 2013

TOMÁS MOTOS




Tomás Motos comentando su obra.

TOMÁS MOTOS

El 02-02-12, en una de las conferencias mensuales que organiza la Comisión de Formación de la Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad de Valencia, Tomás Motos nos obsequió con una interesantísima conferencia sobre la azarosa vida de la poeta norteamericana Sylvia Plath (1932-1963). Una de las poetas malditas que se suicidó después de varios intentos metiendo su cabeza en una cocina de gas dejando a dos hijos de corta edad en la habitación contigua. Atormentada por la muerte de su padre y las veleidades de su esposo (otro gran poeta, Ted Hughes, de Gran Gretaña),  y  aquejada de síntomas de personalidad múltiple, su obra, a pesar de no ser extensa, ha sido una de las más estudiadas de manera que puede ser considerada una de las mejores poetas de habla inglesa del siglo XX. Su poemario más conocido es RIEL y fue publicado por primera vez en 1962.

   Pues bien, nuestro amigo, profesor de Universidad, en aquella fecha ya nos adelantó su intención de publicar una obra de su vida y de representarla teatralmente. La presentó el día 6 de este mes en la Sala Espacio Inestable, de Valencia. El libro se titula SYLVIA, LA LEONA DE DIOS y en la representación teatral intervinieron numerosas personas que de manera didáctica nos dieron a conocer los aspectos más relevantes de su vida.

   La enhorabuena para nuestro buen amigo Tomás y agradecerle el esfuerzo e investigación llevada a cabo para conseguir ahondar en tantas facetas de al vida de esta apasionante escritora.



Canción de la mañana
  por Sylvia Plath  



El amor te puso a funcionar como un gordo reloj de oro.
La partera te palmoteó las plantas de los pies, y tu llanto calvo
se acomodó entre los elementos.

Nuestras voces resuenan, magnificando tu llegada. Nueva estatua.
En un museo de ráfagas, tu desnudez ensombrece
nuestra seguridad. Te rodeamos como paredes blanqueadas.

Soy tu madre tanto
como lo es la nube que destila un espejo para reflejar su propio
desvanecimiento a manos de la lentitud del viento.

Toda la noche tu aliento de polilla
jadea entre el opaco rosado de las rosas. Me despierto a escuchar:
un lejano mar se revuelve en mi oído.

Un llanto, y me levanto de la cama, con una pesadez vacuna y floral
en mi bata Victoriana.
Tu boca se abre tan limpia como la de un gato. El marco de la ventana

palidece y se traga sus estrellas lánguidas. Y ahora ensayas
tus escasas notas;
las claras vocales se elevan como globos.


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