NADIE
QUEDABA
Abrió la puerta para huir,
convencido
de que nadie quedaba ya en el cuarto,
tenía razón, hacía tiempo
que la vida
barría las pelusas del pasillo,
hiriendo el rodapié de tanto hastío.
Cerró por fuera, resbaló un cerrojo
sobre el ayer hurtado,
tiró la llave, no era ya momento
de hipotecar
a medias el olvido.
De nada
servía ahora un corazón,
además,
deshabitado.
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