lunes, 27 de mayo de 2024

LA VIDA QUE VIVIMOS (Olé Libros, 2023)



Indemne en las batallas, 
nuestra brillante piel sabía apenas 
de celos y placeres. 
Y, a veces, nunca siempre, por desgracia, 
tus ramas removían mi arbolado 
y tus hojas caían en mi pecho 
con la fuerza del viento inaplazable; 
el cielo se inflamaba de lujuria 
y todas las estrellas, de improviso, 
titilaban con luces apagadas. 
    
Por sirenas de mares rodeado 
me dejaba llevar por la corriente, 
y al cantar las extrañas caracolas 
la excelsitud rozaban de mi ensueño. 
Cantaban melodías con los ángeles 
y la lluvia regaba nuestra piel 
resbalando por troncos y cinturas 
hasta el hoyo más fértil de la tierra. 

Purifícame tú, quema mis labios 
con tu beso de espada y de locura 
para que plena y sin vendaje quede 
esta herida de ti viva y abierta. 

Nota: La última estrofa es de Pedro J. de la Peña 
 (La zarza de Moisés, Huerga y Fierro, 2009, p. 38)

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