Estimados amigos:
¿Os han dedicado poemas hechos
exclusivamente para vosotros? Lo normal es que dediquéis a algún amigo un poema
que sepáis que le gusta o que os guste a vosotros, o que copiéis algún verso de
su producción, pero ¿que os dediquen un poema basado en la observación de
algunos actos?
Ese fue el regalo de un amigo del
AULA I DEL ATENEO poco antes de Navidad y si he de deciros la verdad es de
agradecer el esfuerzo y la prueba de amistad que supone.
Decía Schopenhauer, recordando a
Aristóteles: «lo que diferencia la suerte de los mortales puede reducirse
a tres cosas fundamentales: lo que uno es, lo que uno tiene y lo
que uno representa».
Con una relación de compartir algunas tardes no es fácil
saber lo que uno es, ni lo que tiene, pero ¿lo que representa? Si es verdad que
somos la medida no de todas las cosas como decían los clásicos, sino la suma de
pareceres de los demás; si nuestros actos constituyen la mejor prueba de cómo
somos (por sus actos los conoceréis, etc.), ahí va el poema de Félix Molina y mi
agradecimiento.
Félix Molina en la dos fotos de abajo, respectivamente con Francisco Ponce y conmigo (las fotos son de Francisco Ponce) |
EDAD DE ORO
¿Quién me iba a decir que conocería
en su alta albura de otra juventud
y en el celeste limpio de sus ojos
esa madura felicidad, esta
calma manera de ser en el mundo?
Su estar, con el pie en el estribo,
sin prurito de permanencia,
en la contemplación perseverante
de una vejez feliz
que aún canta el panegírico a la infancia,
que aún cree que es un alba el mundo
mientras su himno de despedida engloba
una oración de alegría terrena,
una plegaria a todo lo creado.
Así son las cosas. La conclusión
para tanto invierno y su corolario
es otra primavera.
De este modo tuve que conocerte:
con las manos, abiertas y veraces,
tendidas en constante acción de gracias.
Félix Molina
Un abrazo.
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