miércoles, 19 de noviembre de 2014

POESÍA JAPONESA VI

(Seguimos con el trabajo de Antonio Mayor).


IV

El haiku es una forma de mirar. Una manera de vivir. Sus características más preciadas son la frescura, la espontaneidad, la expresión directa de la vivencia del instante. Más que una técnica es la transparencia de una emoción profunda ante las cosas más sencillas.

La poesía tiene para los japoneses un sentido muy distinto que para nosotros; en primer lugar es un arte ampliamente popular y raro es el japonés que no haya escrito un verso en su vida. Los japoneses  leen y comprenden las obras de los grandes poetas, que son socialmente muy valorados. Esto quizá sea debido a que la poesía japonesa nunca se propuso la expresión de la personalidad del autor, sino más bien la comunicación de una experiencia muy concreta totalmente desprovista de cualquier retórica y brillo y notable  por su extremada sencillez.

"Haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento."
Esta definición del haiku la dio el propio Bashoo, que es considerado el padre del género.

Aunque, como hemos visto, formalmente, es un poema breve, casi siempre de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente, no es el metro lo que mejor caracteriza al haiku, pues el mismo Bashoo se saltó esas reglas muchas veces. Lo mismo ocurre con la referencia obligatoria a alguna de las estaciones del año, pues existen numerosos poemas, de Bashoo y otros, donde no hay referencia estacional.

Lo que caracteriza al haiku y lo distancia de otras formas poéticas es su contenido. Un haiku trata de describir de forma brevísima una escena, vista o imaginada. Entonces, ¿cuál es el fin del haiku?, ¿la belleza, el Zen, la ascesis, el misterio del universo o la suprema importancia del suceso más pequeño?

Para Bashoo el haiku era un camino al Zen. Buson lo consideraba un arte más cuyo fin era la belleza. Para Issa la expresión de su amor por las personas, los animales, las cosas. 

En cuanto a lo estacional de esta poesía hay tener en cuenta que el calendario japonés es un calendario lunar (en general va con un mes de retraso con respecto al occidental) pero algunos tópicos estacionales pueden coincidir :

La primavera se identifica con la floración de ciruelos, cerezos, sauces, el canto de las aves, las siete flores de la primavera, etc. El verano traía consigo el canto de los insectos, las lluvias, las tormentas, la siembra. Propio del otoño eran los patos, las garzas, las largas noches o la cosecha del arroz. Finalmente el invierno venía acompañado de la nieve, la niebla, el viento y los campos vacíos.

El poeta del haiku no es un fabricante de hermosura (de arquetipos de belleza) sino un cronista de asombros.

El haiku es el fluir continuo, la vida a cámara lenta, pero también la ubicación de un yo ante un aquí y ahora.




Figuras fundamentales del haiku son Moritake, Sookan (siglos XV y XVI) Teitoku, Bashoo, Kikaku, Saikaku, Ransetsu (siglo XVII), Shirao, Onitsura, Chiyojo, Buson e Issa (siglo XVIII) Shiki,  Ryuunosuke (siglo XIX) Soojo, Dakotsu, Kyooshi, Boosha, Toota, Hakyoo (sigloXX)

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